esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó hoy: 13 de diciembre del 2011:

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«Mirarán hacia mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él…» (Zacarías 12:10). Observo en la profecía de Zacarías una visión nueva acerca de la cruz de Jesús.


Ahora mismo, el Espíritu Santo está haciendo justamente esto en Israel. Multitudes de judíos se reúnen en el muro de los Lamentos para clamar la venida del Mesías. Pero muy pronto, ¡Dios removerá el velo y ellos conocerán a Jesús por quién es Él y se lamentarán por haberle crucificado!


Existe otra aplicación a este versículo que tiene que ver con la iglesia. Prontamente vendrá un toque muy personal del Espíritu Santo. La iglesia de Jesucristo ha caído en tal rotundo pecado -aunque encubierto y sobrellevado -que cuando el Espíritu sea derramado a través del espíritu de oración, Él traerá al mismo tiempo una purga. Habrá lamento, luto, quebrantamiento- ¡una realidad de cómo nuestro pecado lastima el corazón de Dios!


El Espíritu Santo se moverá de esta forma no solamente en las congregaciones, sino también en las familias y en los individuos: “Esta tierra se lamentará, familia por familia; la familia de la casa de David por su lado, y sus mujeres aparte…» (Zacarías 12:12).


¿Qué regalo más grande podría darle Dios a Su iglesia justamente antes de su regreso que un poderoso y persuasivo mensaje en contra del pecado? ¡Él traerá una convicción tan grande que no seremos capaces de tolerar todo aquello que no es santo ni puro en nosotros!


En resumen, aquí encontramos cualidades y signos del derramamiento del Espíritu en los últimos tiempos:


* Un enfoque en la cosecha final de almas.

* Un espíritu de gracia que conduce al arrepentimiento y a la santidad.

* Un espíritu de súplica que resulta en rendición y en una urgencia de
orar en el Espíritu.

* Un hambre de Jesús. Luto, quebrantamiento y lamento por el pecado. ¡Solamente tras este trato del Espíritu la verdadera bendición llegará!


¡Yo no quiero perderme este último derramamiento de parte de Dios! He estado orando a Él para que me haga parte de este. Y le exhorto a usted a que haga lo mismo. Ore conmigo ahora: “¡Necesitas dármelo! Dame tu carga por las almas perdidas, pon el lamento de tu Espíritu en mí. Tú eres mi única esperanza. Por tanto me rindo por completo a tí. ¡Yo haré todo lo que tú me digas y dependeré de tí solamente para todo!”
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