esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó hoy:  27  de junio del 2012:

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En Cantares, el Señor le dice a su esposa: “¡Qué hermosa eres y cuán suave, oh amor deleitoso!” (Cantares 7:6). Tres de las palabras en hebreo localizadas en este versículo son sinónimos de: bello (vinculado a “preciado”), agradable (señalando “placentero”) y deleite.


Estas palabras describen los pensamientos de Jesús hacia Su esposa mientras la contempla. Él la observa y le dice, “¡Cuán hermosa, dulce y placentera eres. Tú eres preciada para mí, oh amada!” Y en respuesta, la esposa exclama, “Yo soy de mi amado, y en mí tiene su contentamiento.” (versículo 10). Aquí el significado es “Él me persigue con deleite. Él va tras de mí porque soy preciada para Él!”


Estos mismos pensamientos son encontrados a lo largo de los salmos. “Se complace Jehová en los que lo temen y en los que esperan en su misericordia.” (Salmo 147:11), “…porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación.” (149:4).


Ahora, yo puedo intentar convencerle del deleite de Dios por usted al decirle, “¡Usted es preciado para el Señor!” Sin embargo, usted puede pensar, “Bueno, este es un pensamiento muy lindo. Qué dulce.”


No obstante, la verdad es que esto va mucho más allá de un lindo pensamiento. Esto es la mera clave de la liberación de cada batalla que embarga su alma. Este es el secreto para entrar en el reposo que Dios le ha prometido. Y hasta que usted se agarre de él – hasta que esto se convierta en una verdad fundamental en su corazón – usted no será capaz de levantarse y enfrentar lo que está por venir en este tiempo malvado.


Isaías tuvo una revelación de cuánto Dios se deleita en nosotros. Él profetizó a Israel esta palabra de parte del Señor: “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, Jacob, y Formador tuyo, Israel: «No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti.” (Isaías 43:1-2).


Isaías no estaba hablando de un diluvio o fuego literal. Él se estaba refiriendo a aquello que la gente estaba sufriendo espiritual y mentalmente. En ese momento ellos se encontraban cautivos y sus diluvios era pruebas, sus fuegos tentaciones, y sus ríos pruebas. Estos fueron todo los intentos del diablo para destruir y abrumar al pueblo de Dios.


Las palabras de Isaías fueron un mensaje de misericordia pura para Israel. Ellos se encontraban cautivos por su propia tontería e insensatez. Ellos no merecían nada. Pero Dios les envió a un profeta con un corazón contrito y en llanto que les dijo, “¡Dios quiere que les diga que ustedes le pertenecen a Él!”
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