esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó hoy: 25 de setiembre del 2012:

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«En verdad he limpiado mi corazón en vano, y lavado mis manos en inocencia» (Salmo 73:13).


Asaf, el escritor de este salmo, estaba tan confundido por sus sufrimientos, en comparación con la vida fácil de los malvados, que casi cae en un pozo de incredulidad absoluta. Estuvo dispuesto a acusar a Dios de haberlo abandonado, de no preocuparse por él, y por un momento estuvo listo a dejar la batalla y rendirse completamente.


Este hombre de Dios debe haber pensado: «He estado obrando bien mientras paso penurias todo el tiempo, pero fue en vano; toda mi diligencia, mi alabanza y adoración, mi estudio de la Palabra de Dios ha sido inútil, en vano. Yo solo he hecho lo correcto, sin embargo, sigo sufriendo y eso no tiene sentido ¿Por qué debería continuar?»


Amado, hay que tener cuidado. Cuando la calamidad cae, cuando una prueba viene sobre usted y cuando sufre, tiene que proteger su corazón contra el renegar de la fe, contra el volverse atrás.


Puede que no esté en la situación de Asaf, sufriendo y siendo probado, pero usted puede conocer a alguien que está pasando por algo similar. Calamidad repentina puede haber llegado a un pariente piadoso amigo o miembro de la iglesia, alguien que está haciendo bien, y usted se ha preguntado: «¿Por qué, Dios? ¿Cómo pudiste permitir esto? ¡Esa persona es tan recta!»


Asaf fue al templo y oró. Amado, cuando su momento de dolor o sufrimiento llega, usted debe ir a la habitación secreta, estar a solas con Dios y clamar a Dios. Si esta a solas con el Padre, Él le dará entendimiento. Fue entonces cuando el Espíritu Santo habló a Asaf: » Dios los ha puesto en peligro, y van hacia su propia desgracia.» (Versículo 18).  Asaf se dio cuenta: «Yo no soy el que esta en el deslizadero, los malos son quienes van a resbalar. Ellos van directamente a la destrucción».


Asaf empezó a ver el panorama completo y se alegró: «Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre» (versículo 26). Él pudo decir: «Sí, mi fuerza está fallando. Sí, estoy soportando una gran batalla pero, yo no estoy solo en i lucha. ¡Tengo un Padre amoroso en el cielo y Él cuida de mí!»

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