esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó hoy: 21 de noviembre de 2012

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Piense por un momento acerca de todas las maneras que Dios ha satisfecho las necesidades de su pueblo a lo largo de la historia.


Cuando Israel estaba en el desierto, no había supermercados o tiendas de comestibles. No había ni siquiera una brizna de hierba a la vista. Pero Dios hizo llover maná del cielo para que el pueblo tuviera pan, y Él hizo que las aves cayeran desde el cielo para que tuvieran carne; Él hizo que el agua brotara a borbotones de una roca, Y Él, sobrenaturalmente, mantuvo sus zapatos y ropa intacta para que no se desgastara en cuarenta años de uso.


En el Antiguo Testamento, leemos que un profeta hambriento fue alimentado por un cuervo. Un barril de comida y una botella de aceite se mantuvieron abastecidos sobrenaturalmente y un ejército enemigo huyó al oír un ruido extraño dejando detrás suficientes suministros para alimentar a toda una ciudad de israelitas muertos de hambre.


En el Nuevo Testamento, leemos que el agua se convirtió en vino. El dinero fue encontrado en la boca de un pez para pagar impuestos. Y cinco mil personas fueron alimentadas con sólo cinco panes y dos peces. Todos estos milagros de provisión nos gritan: «¡Dios es fiel. Puedes confiar en Él!» Y en Levítico 25, leemos de otro fenómeno sobrenatural: una cosecha especialmente oportuna en el año anterior al año de reposo para la tierra.


Luego, Dios mandó que el pueblo observar siete ciclos consecutivos de días de reposo para la tierra: » Siete veces contarás siete años sabáticos, de modo que los siete años sabáticos sumen cuarenta y nueve años,»(versículo 8). En otras palabras: «Tú vas a celebrar este año sabático cada siete años, durante un período de cuarenta y nueve años, siete veces siete años sabáticos».


En términos bíblicos, el plazo de cuarenta y nueve años abarcaría toda una generación. La implicación aquí es que tal plazo daría tiempo suficiente para que toda una generación aprendiera a confiar en el Señor. Durante ese tiempo, los padres y abuelos construirían una historia de fe, para poderle decir a sus hijos: «¡Sí, es verdad! Dios suministró todo lo que necesitábamos los primeros seis años, pero cuando el séptimo año llegó, muchos de nosotros teníamos miedo; sin embargo, la provisión de Dios nos alcanzó hasta el octavo año y hasta el noveno. A veces era aterrador, pero siempre había suficiente. Nadie murió de hambre y nadie tuvo que mendigar. Cada necesidad fue provista. ¡Dios puso a prueba nuestra fe y Él se mantuvo fiel!»


El punto es que cuando Dios dice: «Confía en mí», ¡lo dice en serio!

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