esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó hoy:  20  de junio del 2012:

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Cuando un padre envía su hijo a la universidad requiere una gran inversión. Obviamente, el padre espera que su hijo sea aplicado, según los rigores de su formación. ¿Por qué? ¿Acaso esperamos que se gradúen, vuelvan a casa, cuelguen su diploma en la pared y luego se sienten en la sala a ver televisión? ¡No! Ese padre espera que su hijo haga que la inversión valga la pena iniciando una buena carrera.


Del mismo modo, cuando el ejército de EE.UU. ofrece  educación gratuita a un soldado alistado, los años de educación son considerados una inversión. Al soldado se le dice, «Después de educarlo, su nación y el gobierno requieren una cierta cantidad de su tiempo.» Se espera que ese soldado entrenado sirva en las fuerzas armadas varios años con el fin de justificar la inversión.


Lo mismo sucede con el Señor y nuestras aflicciones. Todo aquello por lo que pasa un cristiano es considerado ejercicio de entrenamiento detrás del cual Dios tiene un propósito divino. Él no le salvó de modo que Usted pudiera viajar al paraíso en crucero de lujo, Él lo ha salvado para prepararle y ser usado en su Reino. En el momento que nació de nuevo, Usted se inscribió en Su escuela del sufrimiento; cada aflicción, cada prueba, es otra lección en el plan de estudios.


Algunos cristianos están en preescolar, en el kínder. Sus aflicciones no son difíciles de entender y sus pruebas son mucho más fáciles de soportar. Otros están en la escuela primaria y no tardaron en enterarse de que sus pruebas son ahora un poco más difíciles de enfrentar y de entender. Otros están en la Universidad, y sus aflicciones son mucho más severas y más difíciles de entender. Y otros están en la escuela de postgrados, con años de duras aflicciones detrás de ellos y muchas pruebas difíciles que surgen ante ellos. Sus aflicciones son las más duras de sus vidas y se dan cuenta que necesitan fuerza del Espíritu Santo para hacer frente a todo ello.


Mi punto es, Dios quiere veteranos de la guerra espiritual, personas que han pasado por muchas aflicciones para demostrar su fidelidad a la siguiente generación. Y toda aflicción que sufrimos es una inversión que Él está realizando en nosotros como sus veteranos.


«Muchas son las aflicciones del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas» (Salmo 34:19).
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