esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó el 29 de noviembre de 2013:

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¿Te expones a una fuerte predicación que amorosamente descubre tu pecado? Si es así, ¿permites que esa palabra te convenza de pecado? o ¿regresas a tu pecado sin dolor en absoluto?


Si estás rechazando las advertencias de la restricción del Espíritu Santo, desobedeciendo a Dios una y otra vez, sin ningún tipo de dolor de corazón, entonces estás siendo reclutado para la secta del Anticristo. El diablo está, silenciosamente, iniciándote en su “misterio de iniquidad», y cuando el prometedor y milagroso Anticristo venga, ¡serás barrido por sus mentiras y entregado a un engaño!


Escucha lo que Pablo dice sobre los creyentes transigentes, que ceden su principios y rehúsan amar y obedecer la Santa Palabra de Dios: «A fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia» (2 Tesalonicenses 2:12).


Aquí están los resultados ominosos de no creer ni actuar en la verdad de Dios


->  El corazón se endurece por el engaño del pecado.


->  Satanás obra en el corazón que se endureció por justificarse a sí mismo, por lo que se le aligera de todo temor a la sanción.


->  El creyente llega a ser cegado por la mentira que dice que no hay paga del pecado, ni día del juicio y que puede salirse libre con su placer lujurioso.


->  El creyente cae presa de doctrinas de demonios, pensando que lo malo es bueno y lo bueno es malo.


->  Eventualmente se aleja tanto de Cristo y de la verdad, que se vuelve ciego a quién es el Anticristo, y acaba por servirle y adorarle como a un dios


->  En el Día del Juicio, Dios le dirá a tal persona: «¡Apártate de mí, hacedor de maldad!”


Amado, no tiene por qué ser así para ninguno de nosotros. Dios ha hecho una promesa de pacto de eliminar todo engaño de nosotros y darnos la victoria sobre el pecado, a través del poder de la cruz de Cristo. Todo lo que pide es que le declaremos la guerra a nuestro pecado, diciendo: «No voy a hacer la paz con este hábito. Me niego a mantenerlo. Líbrame, Padre, por Tu Espíritu». Cuando Él escucha esta oración, enviará tal poder del Espíritu Santo y gloria desde el cielo, ¡que el diablo no va a tener ni una oportunidad!


Ora ahora mismo para que Dios implante en ti una gran reverencia por Su Palabra. Pídele que te ayude a ser disciplinado en tu lectura de las Escrituras y pide al Espíritu que te ayude a tomar en serio lo que lees y ¡cree que Dios habla en serio!

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