esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson que nos llegó hoy: 12 de julio del 2011:

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El relato del hijo pródigo es muy familiar, así que no voy a entrar en los detalles de la historia. Sin embargo, quiero decir que no se trata principalmente del hijo perdido. Por el contrario, se trata del deleite del padre.


Ciertamente, la parábola del hijo pródigo es acerca del retorno (Lucas 15:11-31), pero no es sólo del hijo que por fin vuelve a casa, sino también de lo que le aguarda al hijo en casa. Se trata de la gracia, el perdón y la restauración. Lea la historia de nuevo y se dará cuenta de que ésta no termina cuando el hijo regresa, lo que resulta significativo.


¿Qué es lo que mantiene al hijo en casa? ¡Es el conocimiento de que su padre se deleita en él! «Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado. Y comenzaron a regocijarse… [con] la música y el baile «(Lucas 15:24-25).


El padre del hijo pródigo nunca le reprendió, no lo condenó, ni siquiera habló de su fuga. En cambio, derrochó una gran fiesta e invitó a todos los amigos de la familia y vecinos. El padre había estado esperando a que su hijo volviera a casa y ahora esto había acontecido.


El hijo pródigo protestó al principio. Le dijo a su padre: «No, no. Yo soy indigno.» Pero su padre no le hizo caso, al contrario, pidió que le pusieran vestido nuevo sobre sus hombros, anillos en sus dedos y zapatos en sus pies. Ahora todo lo que el padre poseía una vez más estaba a disposición del hijo. Y hubo gran alegría, con música, baile y fiesta.


Creo que el amor trajo a este joven a casa. Pero fue el deleite del padre lo que le mantuvo allí. Observe que el hijo pródigo se mantuvo con el padre por el simple hecho de levantarse cada día para ver que su padre estaba contento con él en casa. Su padre estaba encantado de tenerlo presente con él. Además, todo aquello que en la vida de aquel joven había sido comido por el pulgón, estaba siendo restaurado.


He conocido a muchos ex adictos que son como el hijo pródigo. Ellos pueden enfocarse sólo en lo que se perdió años atrás a causa de su hábito: un cónyuge, hijos, ministerio. Ellos sienten que el Señor los amonesta y puede ser doloroso, pero Jesús les dice en esta parábola: «Nada se pierde en mi Reino. Vas a ser más fuerte a través de esto. Estás en casa ahora y mi gracia te restaurará totalmente.»
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