esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Leemos en Abdías 18-21:


«La casa de Jacob será fuego,
y la casa de José será llama,
y la casa de Esaú estopa,

y los quemarán y los consumirán;
ni aun resto quedará de la casa de Esaú,
porque YaHWéH lo ha dicho
..».


Este pasaje habla del juicio de YaHWéH sobre Edom, el pueblo de su “anatema” (Isaías 34:5). El Talmud afirma que Edom es, en tiempos modernos, Germania o Alemania. En este sentido este pasaje de Abdías parece haberse cumplido a cabalidad con la destrucción de la Alemania nazi. En esa etapa de su historia Alemania se convirtió en el anatema de una parte importante del pueblo de Dios: la “casa de Judá”. Y fue derrotada por la reacción de las fuerzas aliadas que frustraron las pretensiones asesinas de Hitler.

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«Los aliados» -en este caso- fueron la «casa de Jacob», o la «casa de José», a la que se refiere el pasaje  (que no se refiere a los judíos sino a «Efraín») esto es: a EEUU/ Inglaterra y sus aliados, todos países nominalmente cristianos. Ellos -los países cristianos- son la “casa de José” o “casa de Jacob” según vimos en estudios anteriores. Y fueron ellos los que dieron cuenta de la Alemania nazi.


Pero 50 años después de aquella guerra atroz «Edom» significa otra cosa: hoy el terrorismo islámico lleva al climax el odio a los judíos y a la «cristiandad», es decir, la civilización occidental fundada por el cristianismo. El nazismo era una ideología de odio etnico-oscurantista  y el islam sustituye las religiones ocultas-mistericas que eran el humus de aquella barbarie por otra -el islam- que tiene mejores credenciales para muchos aunque su practica conduce a resultados igualmente asesinos.

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Y de nuevo es el remanente de Jacob(Efraín) que es llamado a ser «llama” y Edom “estopa. Es duro decirlo así: es “políticamente incorrecto”. Pero recordemos que el evangelio es para todos y que aun en medio de Edom -el Islam- se predica la Palabra de salvación.  Dios/Elohim -YaHWéH- extiende Su Misericordia a todos, a “cada criatura” sin excepción. En este sentido no hay excluidos. Pero en el plano de las naciones -de la historia política- hay situaciones insalvables: hay «buenos» y «malos» según se ajusten o resistan el plan del Eterno que ya fue diseñado antes de la fundación del mundo. Y este Plan tiene que cumplirse, o, lo que es lo mismo, Su Reino bendito tiene que ser establecido -venir a existir en la tierra- en un tiempo determinado, ya prefijado. Y ese tiempo -por todos los contextos que vemos- esta cercano.


La guerra -y «las guerras»- en los días finales son un dato de la profecía, no es algo que dependa de nuestras opiniones o acciones.  Ni siquiera de nuestras oraciones. También los «rumores de guerra» -las noticias sobre la guerra- que hoy provocan que ella entre en nuestros hogares y tome por asalto nuestra sensibilidad son omipresentes. Pero recordemos que lo que ya esta determinado es la destrucción de los enemigos de Dios/Elohim -YaHWéH – no que haya paz o «consenso» -para usar una palabra muy transitada en estos días- aunque los cristianos procuremos ejercer con fidelidad el «ministerio de la reconciliación». Lo que está determinado es guerra, y una guerra muy dura, aunque esto no suene muy bonito.

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Por lo tanto es perfectamente inútil ceñirse a espejismos de opiniones humanas. Eso incluye abrir hoy nuestro corazón al próximo Rey de reyes y Señor de señores y estar expectantes por Su venida. De este modo seremos incluidos en el Plan eterno del Altísimo (y seremos libres de la Ira venidera).


Nota


El libro de Daniel nos cuenta que el principado de Persia detuvo «21 días» al ángel que venía a responder las oraciones que inquirían por el destino de ISRAEL. Y ese ángel solo pudo soltarse de las garras del poderoso principado de Persia con la ayuda del Arcángel Miguel.


Y ahora el principado de Persia está de nuevo en actividad y se ha asociado estrechamente con la religión y las estrategias asesinas de Edom. De nuevo su objetivo es acabar con el pueblo del linaje de David a través del cual vino a los hombres –a todos los hombres- el «Hijo de David». Este es el que volverá en poder y gloria como Rey de reyes y Señor de señores cuando las armas ya no alcancen y todo parezca perdido para Jerusalem. Y Él pondrá el broche final a la historia de los hombres estableciendo el Reino de Dios -que no sera un gobierno de hombres- sin que nadie pueda impedirlo. Y Él no es solo el “Hijo de David, sino el “Hijo del Hombre”, para todos los hombres. A diferencia de los días de Daniel esta vez la respuesta del cielo ya esta revelada.

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Ver también:

“Iran: la antivisión de la profecía”


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