esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó hoy: 8 de noviembre de 2012

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A los hijos de Israel le encantaba oír la poderosa predicación de Ezequiel, pero ellos nunca la obedecieron. «Y se acercan a ti en grupo, y delante de ti se sientan, como pueblo mío, para escuchar tus palabras, ¡pero no las ponen en práctica! Al contrario, se deshacen en elogios, pero su corazón sólo busca satisfacer su codicia. Para ellos, tú no eres más que un trovador romántico, de melodiosa voz y bien entonado. Oyen tus palabras, pero no las practican. «(Ezequiel 33:31-32).


Muchas personas se han acercado a mí después de un servicio, me abrazan y dicen: «Pastor, fue una palabra poderosa la que usted predicó». Pero a medida que se han alejado, el Espíritu Santo me ha susurrado: «¡Ellos no oyeron ni una palabra de lo que dijiste!»


El libro de Hebreos nos da una poderosa advertencia: «Como dice el Espíritu Santo, si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto» (Hebreos 3:7 – 8). «¿Y quiénes fueron los que lo provocaron [rebelaron], aun después de haberlo oído?» (Versículo 16). Estos pasajes muestran claramente que la dureza no está conectado al ateísmo, el comunismo o cualquier otro «ismo», sino, más bien, a oír y luego no hacer la Palabra de Dios.


Israel gusto escuchar la poderosa predicación del profeta Isaías, sin embargo, continuamente justificaban sus pecados, invocando lo malo dicen bueno ya lo bueno. Así que Dios instruyó a Isaías: «Ve y dile a este pueblo:

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“Oigan bien, pero no entiendan; vean bien, pero no comprendan.” Entorpece el corazón de este pueblo. Cierra sus oídos, y ciega sus ojos. Que no vea con sus ojos ni oiga con sus oídos, ni entienda con su corazón, para que no se convierta ni sea sanado.» (Isaías 6:9-10).

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Dios sabía que los israelitas no estaban dispuestos a entregar los pecados que les asediaban, ellos amaban  demasiado sus placeres carnales y sus impías compañías. Entonces el Señor le dijo a Isaías: «Estas personas nunca van a cambiar sus corazones y de ahora en adelante, no voy a decir ni una palabra. En cambio, quiero que los apresures hacia su dureza, Isaías. ¡De esa manera, tal vez alguno oirá antes de que sea demasiado tarde!»


En pocas palabras, Dios estaba llamando a una entrega total de su pueblo. Doy gracias a Dios por las multitudes de cristianos que comenzaron su caminar con Jesús de la manera correcta, amando la verdad y la obediencia a Su Palabra. Al abandonar los caminos de su carne, se enamoraron del Señor y Su Palabra se hizo para ellos una lámpara de dirección.

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