esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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David Wilkerson
octubre 3, 2017

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¡Saúl le dio a Dios un plazo límite! Él no lo declaró con su boca, pero sí en su corazón, Saúl decidió que si una palabra de lo alto, no llegaba hasta una hora determinada, él haría lo que fuera necesario para salvar la situación.


“Y él [Saúl] esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto” (1 Samuel 13:8-9).


Impacientemente, Saúl se adelantó, actuando pecaminosamente como sacerdote para hacer el sacrificio. Poco sabía que Samuel estaba a la vuelta de la esquina. Cuando el profeta llegó, olió el sacrificio que Saúl había ofrecido y se enfureció ante la impaciencia pecaminosa del rey.


Yo estoy convencido de que Samuel se retrasó porque Dios le dijo clara y exactamente cuándo llegar. Verás, esta fue una prueba para ver si Saúl creería que Dios era confiable.


Dios lo orquestó todo porque quería darle a Saúl un testimonio de humilde dependencia en él, en todas las cosas, especialmente en una oscura crisis. Pero Saúl reprobó la prueba. Él vio que la situación empeoraba y decidió que se debía hacer algo.


¿Puedes imaginarte a ti mismo en la situación de Saúl? Le oigo razonar consigo mismo: “No puedo soportar más esta indecisión. Dios me envió a hacer su trabajo y estoy dispuesto a morir por su causa. Pero, ¿debo estar sentado aquí sin hacer nada? Si no actúo, todo se saldrá de control”. Saúl sintió una necesidad apremiante de actuar inmediatamente en la situación. Y finalmente su impaciencia lo abrumó.


Aquí es donde a veces fallamos en nuestro caminar con el Señor. En ciertos momentos, no hemos esperado dirección y hemos tomado las cosas en nuestras propias manos porque no nos gusta sentirnos inseguros y ansiosos. Pero el Señor está buscando una dependencia total. Eso significa confiar plenamente en que él hará lo correcto, de la manera correcta, para nuestro favor. Y significa esperar pacientemente en él, no con ansiedad, sino en un espíritu de reposo.


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