esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson que nos llegó hoy: 1 de julio del 2011:

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En Mateo 24, Jesús usa una parábola para enseñar sobre el estar listo para su retorno: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.”


“Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.” (Mateo 24:44-51)


Note que Jesús se refiere a siervos, dando a entender, creyentes. Un siervo es llamado fiel y el otro es llamado malo. ¿Qué es lo malo ante los ojos de Dios? Según Jesús, es algo que éste “dijere en su corazón” (Mateo 24:48). Este siervo no vocaliza dicho pensamiento, ni tampoco lo predica. Pero lo piensa. Ha entregado su corazón a una mentira demoniaca. “El Señor tarda en venir”. Note que no dice: “El Señor no vendrá”, sino: “tarda en venir”. En otras palabras: “Jesús no vendrá repentina o inesperadamente. Él no retornará en mi generación.”


Este “siervo malo” es claramente, un tipo de creyente, quizás uno que está en el ministerio. Se le ordenó “vigilar” y “estar listo”, “porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo 24:44). Pero este hombre aplaca su conciencia aceptando la mentira de Satanás.


Jesús nos muestra el fruto de esta manera de pensar. Si un siervo está convencido de que el Señor a retrasado su venida, entonces no ve la necesidad de vivir correctamente. No tiene urgencia de hacer las paces con sus compañeros. No ve la necesidad de preservar la unidad en su hogar, en su trabajo ni en su iglesia. Puede golpear a sus compañeros siervos, acusarlos, guardar rencores, destruir su reputación. Como Pedro dijo, este siervo es impulsado por sus deseos, éste quiere vivir en ambos mundos: aprueba una vida de maldad al mismo tiempo que cree estar a salvo del justo juicio de Dios.
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