esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

 

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El apóstol Pedro escribe en 1 Pedro 1, 18-20, hablando de cómo fuimos rescatados de una vida bajo el dominio del pecado:

 

sabiendo que fuisteis rescatados
de vuestra vana manera de vivir …
no con cosas corruptibles…
sino con la sangre preciosa de Cristo,
como de un cordero sin mancha…
destinado desde antes de la
fundación del mundo
por amor de vosotros

 

y en Apocalipsis 5, 6 se lee:

 

y miré; y he aquí en medio del trono…
y en medio de los ancianos,
estaba un Cordero como inmolado

 

De modo que el apóstol a quien Jesús/Yeshua encomendó su iglesia y el apóstol Juan, su discípulo amado, afirman que el Cordero –el Verbo- existía «desde antes de la fundación del mundo», que estaba ”en el medio del trono”.

 

Y veamos otras cosas que hacen al cerno de nuestra fe: en Colosenses 1, 15 el apóstol Pablo afirma que el Hijo «es la imagen del Dios invisible» y en Hebreos 1, 3 se dice: «Él… es el resplandor de su gloria, la imagen misma de su sustancia» (¡guau!. Y en Corintios 4, 4 se reafirma: «gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios». Y tambien el dicipulo amado hace una afirmación contundente:

 

a Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo,
que está en el seno del Padre,
él le ha dado a conocer
Juan 1, 18

 

¿Dónde estaba el Unigénito entonces?: en el seno del Padre desde la eternidad (ver también Juan 1, 1) y por tanto participando de Su misma sustancia.

 

Pero, además,  se dice del Hijo que es depositario de toda la honra y autoridad del Padre:

 

porque el Padre a nadie juzga,
sino que todo el juicio dio al Hijo,
para que todos honren al Hijo
como honran al Padre.
El que no honra al Hijo,
no honra al Padre que le envió”.
Juan 5, 22-23

 

Esto es bastante importante: al Padre le plació que Su honra y la del Hijo fueran iguales: “El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”. Esta es una declaración fundacional y central en la doctrina de Cristo. Y Dios Padre también decidió no juzgar Él, sino que Su juicio fuera el del Hijo, así como Su Trono será compartido por el Padre y el Hijo por toda la eternidad (Apo 22, 1). Si no aceptamos estas cosas nos salimos de la doctrina revelada. El Padre, por lo demás, “hizo todas las cosas” por intermedio del Verbo» ¿Cómo podría este a su vez ser creado si todo se hizo por medio de Él?

 

Perseveremos y atesoremos entonces en nuestro corazón la fe que tiene fundamento en la Palabra. pronunciada por el mismo Verbo divino, y predicada con la unción inerrante del Espíritu Santo por intermedio de sus enviados/apóstoles y demos honra y adoración juntamente al Padre y al Hijo (como ordenó el Padre). Y asimismo demos honra al Espíritu Santo que procede de ambos y de ellos da testimonio. Estas cosas nos advierte el discípulo amado con palabras duras, sobrias y filosas, que no tienen vuelta atrás:

 

cualquiera que se extravía
y no persevera en la doctrina de Cristo
no tiene a Dios,
el que persevera en la doctrina de Cristo
ése sí tiene al Padre y al Hijo
2 Juan 1, 9

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quien no tiene al Hijo no tiene al Padre, y no lo conoce porque solo el Hijo lo puede revelar.

 

Él es la llave que abre el Cielo (1 Tim 2, 5) y nuestra Señora -Su Madre y la nuestra- la via directa a Su Corazón.

 

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