esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Colaboración de
Juan José Fernández Granados

Ministerio Luz a las naciones

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Cuando Dios creó al hombre le dio una libertad total. El hombre que Dios creó no era una máquina dirigida por Dios, tenía una total libertad de elección.


Ni Dios, ni el diablo pueden hacer nada a través de nosotros sin antes haber obtenido nuestro consentimiento. Dios no llevará nada a cabo en nosotros sin nuestra colaboración activa.


En un principio, el espíritu del hombre era la parte más noble de todo su ser y el alma y el cuerpo le estaban sujetos.


El espíritu de Adán era la parte dominante en su vida. El gobierno y el señorío que ejercía Adán sobre la tierra lo ejercía por medio de su espíritu. El alma y el cuerpo de Adán eran canales que el espíritu usaba para llevar a cabo la voluntad de Dios.


Cuando Adán y Eva pecaron el espíritu perdió su autoridad y su dominio sobre el alma y el cuerpo.
Satanás tentó a Eva con una pregunta. Sabía que su pregunta estimularía el pensamiento de la mujer. Satanás quería incitar la actividad mental de Eva. Satanás llegó primero al pensamiento y luego avanzó hasta apoderarse de su voluntad. Resultado: Eva cayó en pecado.


Primeramente, Satanás usó una necesidad física para llamar la atención de Eva, le hizo mención a Eva del acto de comer. A continuación, intentó seducir su alma, dándole a entender que haciendo lo que él le decía se le abrirían los ojos para conocer el bien y el mal. Por tanto, podemos ver cómo la tentación de Satanás alcanzó primeramente al cuerpo, luego al alma y finalmente al espíritu.


El cuerpo de Eva es estimulado:


“Y vio la mujer que el árbol era BUENO PARA COMER
y que era AGRADABLE A LOS OJOS . . . ”
Génesis 3:6


Si seguimos leyendo veremos que su alma también fue estimulada:


“ …y árbol CODICIABLE PARA ALCANZAR LA SABIDURÍA…”


El intelecto fue la causa principal de la caída, por eso para ser salvo hay que creer en la locura de la Palabra de Dios. El árbol del conocimiento hizo que el hombre cayera, por eso, Dios usa “la locura de la cruz” para salvar a los hombres (1 Co. 1:18-25; 3:18-19).


La mente, la voluntad y las emociones pertenecen al alma. El apóstol Pablo nos dice que “Adán no fue engañado” (1 Ti. 2:14a) indicando que la mente de Adán no estaba en confusión. La que flaqueó en su mente fue Eva “la mujer siendo engañada” (I Ti. 2:14b). La mujer dijo: “La serpiente me engañó, y comí.” (Gn. 3:13b), pero el hombre dijo: “La mujer me dio del árbol, y yo comí.” (Gn. 3:12). Es evidente que Adán no fue engañado, Adán pecó deliberadamente.


Satanás se apoderó de la voluntad de Adán a través de sus emociones, mientras que se apoderó de la voluntad de Eva a través de su mente (intelecto).


Satanás usa las cosas de la carne para atraer el alma del hombre hacia el pecado. En cuanto el alma peca, el espíritu queda sumido en una oscuridad absoluta. La estrategia del enemigo es de fuera hacia dentro. Si no empieza por el cuerpo, entonces empieza obrando en la mente o en las emociones con el propósito de apoderarse de la voluntad del hombre.


Toda obra satánica se realiza de fuera hacia dentro y toda obra de Dios se realiza de dentro hacia fuera.


Debemos tener en cuenta que el alma es donde el hombre expresa su libre voluntad y ejerce su autoridad. Por eso, la Biblia declara que es el alma la que peca. Por ejemplo, en Miqueas 6:7 leemos “el pecado de mi alma” y en Ezequiel 18:4 y 20 podemos leer “el alma que pecare”.


En Levítico y Números se menciona frecuentemente que el alma peca, ¿Por qué? Porque es el alma la que decide pecar. Pecar es cosa de la voluntad del alma, por eso encontramos que se puede hacer expiación por el alma (Ex. 30:15 / Lv. 17:11 / Nm. 31:50). Como es el alma la que peca, es el alma la que debe recibir expiación.

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