esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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viene de «LA COMIDA MILAGROSA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS (1)«

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Sigamos con el análisis de la multiplicación de dos peces y cinco panes para dar de comer a «muchos» que habían abandonado sus ciudades para ir a reunirse con Jesús/Yeshua. Queremos ahora poner en foco tres escenas:


-> la comida milagrosa,
-> el orden y reposo,
-> las doce cestas y las sobras.

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-> La comida milagrosa:


Los discípulos recuerdan a su Maestro que la hora es avanzada y que sería oportuno dejar ir a la pequeña multitud que había estado recibiendo Su enseñanza para que se abasteciera en aldeas vecinas. Pero Jesús responde: “–Dadles vosotros de comer” (Mar 6:37), e inicia el episodio de Su ministerio que lo confirmaría tempranamente para muchos como el Mesías/Profeta esperado (Juan 6:14). En Isaías 55:1 leemos:

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«…los que no tengan dinero, vengan,
consigan trigo de balde y coman;
consigan vino y leche sin pagar nada.


Ahora bien, no es la primera vez que esta provisión milagrosa sucede en las Escrituras. En la vida de Elías lo vemos en tres oportunidades:


-> La primera cuando estaba siendo perseguido por el impío Acab. Entonces Dios/Elohim le ordenó que se escondiera en las inmediaciones del arroyo Querit –afluente del Jordán- y:


“Los cuervos le traían pan y carne por la mañana y por la tarde, y bebía del arroyo” (1 Reyes 17:6)


en donde se muestra el dominio de YaHWéH sobre toda Su creación.

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-> Luego Le dice al profeta que se fuera a Sarepta –en Sidón- fuera de los límites de Israel, en donde una viuda recibiría por su intermedio -como profeta de YaHWéH aun en tierra extranjera- un milagro de provisión que a todos nos conmovió alguna vez y que termina así:


“Porque YaHWéH, Dios de Israel, ha dicho así: “La harina de la tinaja no escaseará,  ni el aceite de la vasija disminuirá,  hasta el día en que YaHWéH haga llover sobre la faz de la tierra» (1 Reyes 17:14)


-> Y luego, en oportunidad de su extraña huida de Jezabel. Entonces corre hasta mas allá de Beerseba -también en los extralímites de la tierra de Israel- y cae exhausto. Y leemos:


“Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; pero un ángel lo tocó, y le dijo: “Levántate y come”. Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas y una vasija de agua; comió, bebió …» (1Reyes 19:5-6)


Episodio que muestra que también los hombres de Dios sufren momentos de repentina debilidad y precisan ser animados por el Altísimo para continuar su misión.


Ahora bien, ¿se acercan días sombríos para el pueblo de Dios? Claro que sí, unos en los que no se podrá “comprar ni vender” sin dejarnos imprimir en nuestro cuerpo la marca de la Bestia (Apo 13:17). Y antes de esto, habrá días de aguda escasez como se lee en  Apocalipsis 6:5-6 -el caballo negro- en donde solo se han de salvar “el aceite y el vino» que son los ungidos de Dios. Para esos días precisamos saber que YaHWéH  nos proveerá tal como Jesús –YaHWéH es Salvación- lo hizo con los 5.000 y luego con los 4.000 en donde leemos:


“Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer” (Mar 8:2)


Tengamos certeza que si estamos con Él, y nos es quitada toda provisión en una aguada crisis, el Señor tendrá compasión y nos dará alimento en forma milagrosa.

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-> El orden y reposo.


Otro elemento que surge de este pasaje es la imposición de orden en los que iban a ser alimentados, y también reposo. Jesús podría haber multiplicado los panes y los peces y luego repartido a los presentes sin más demora. Pero dirigiéndose a sus discípulos:


“… les mandó que hicieran recostar a todos por grupos sobre la hierba verde. Se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta” (Mar 6:39-40).

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En el campamento itinerante del desierto las tribus de ISRAEL acampaban y marchaban junto a sus banderas. Todo estaba minuciosamente ordenado:


“E hicieron los hijos de Israel conforme a todas las cosas que YaHVéH mandó… así acamparon por sus banderas, y así marcharon cada uno por sus familias…“ (Números 2:34)


Y el apóstol Pablo le pide a la iglesia de Corintios, presa de un caos “aparentemente” pentecostal: “…hágase todo decentemente y con orden”. La Jerusalém celestial que desciende del cielo como Esposa bellamente ataviada tiene doce puertas –no una en donde todo se aglomere-  y todo el contexto hace presuponer un excelso orden interior en ella. Lo mismo que la Sión en Gloria venidera que resplandecerá por su belleza entre otras razones porque no existirá el caos a que nos tiene acostumbrados el urbanismo caótico de la “civilización” contemporánea. Y Jesús/Yeshua, Mesías de ISRAEL –YaHWéH Justicia Nuestra- no negligenció  este prerrequisito de orden para el campamento improvisado que tenía enfrente.


Pero hizo más, hizo descansar a los “muchos” que tenía enfrente pidiendo a sus discípulos que se les hiciera “recostar” sobre la hierba verde y fresca. Recordemos el salmo 23: «En lugares de delicados pastos te haré reposar». Y también leemos en Isaías 14:1:


«Porque YaHWéH tendrá piedad de Jacob,
de nuevo escogerá a Israel
y lo hará reposar en su tierra”


Y el autor de Hebreos se esfuerza en argumentar que todavía aguarda un Reposo a los escogidos -que es otro nombre para el estado mesiánico-: “Procuremos, pues, entrar en aquel reposo…” (Heb 4:11).


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-> Las doce cestas y las sobras.


La Real Academia Española define así la palabra  “remanente”:


“Aquello que queda de algo” (Del lat.  remanēre, quedar)


Es decir, un remanente es un sobrante, una «sobra». Y es precisamente de eso aparentemente sin importancia que se ocupa al final, con el mayor cuidado, Jesús/Yeshua. Se dice en el pasaje que estudiamos:


“Y recogieron, de los pedazos y de lo que sobró de los peces, doce cestas llenas”


Vamos a leerlo mejor en el evangelio de Juan:


“Y cuando se saciaron, dijo a sus discípulos:
–Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada” (Juan 6:12)


Es decir fue iniciativa y mandato de Jesús/Yeshua recoger las sobras. También el evangelio de Juan se dice:


“Y la voluntad del Padre, que me envió, es que no pierda yo nada de todo lo que él me da, sino que lo resucite en el día final” (Juan 6:39 )


¡Gloria a Dios! ¿Y que es lo que el Padre Le dio? Aquello que de antemano escogió: el remanente de Israel, una parte pequeña de la numerosísima «casa de Israel» que cubrió todo el planeta y a quien le fue enviado el evangelio por intermedio de los apóstoles. Y esa parte pequeña -«manada pequeña» (Luc 12:32)- será resucitada para vivir en Su Reino de Gloria. ¡Aleluya!.

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Pero  ¿cuántas cestas recogieron los discípulos del “remanente”/ ”sobras”? Esto se deja bien claro en todos los evangelios: “doce”. Y este es el número del gobierno celestial, cada vez que aparece estamos apuntando al Reino venidero del cual el reino de ISRAEL terrenal fue una sombra –a veces pesadillesca-. En Apocalipsis, antes de que se descargue Su Ira sobre la humanidad impía, leemos:


“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó… no hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel”. (Apocalipsis 7:2-4)


Estos 144.000 son el grupo estrella del libro de Apocalipsis, las primicias de los redimidos, el grupo estandarte del remanente santo, los que tienen el nombre del Padre y del Cordero sellado en sus frentes (14:1) y lo alaban en medio del caos. Pues este grupo excelso está ordenado según las doce tribus de ISRAEL, doce mil por cada una. El aparente desorden de la cristiandad quedará en esos días prístinamente ordenado, no según los hombres que bastante confusión hacemos, sino según YaHWéH.  Por eso doce cestas de “sobras”/”remanente” de la comida milagrosa son cuidadosamente recogidas por los discípulos de Jesús/Yeshua a Su requerimiento. Con ese mismo cuidado Él recogerá el remanente santo que muchas veces es visto como un desperdicio por el mundo y aún hoy es martirizado en muchos lugares de la tierra:

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«Otros experimentaron oprobios, azotes y, a más de esto, prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada Anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras,  pobres,  angustiados,  maltratados. Estos hombres, de los cuales el mundo no era digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra» (Hebreos 11:36-38


Hasta aquí este segundo comentario sobre este “día de campo” programado para descansar de los ajetreos del ministerio y que fue irrumpido por poder de lo Alto -¡atención pastores!- y que iba a terminar en otro episodio igualmente maravilloso y profético. Esto lo que veremos en el próximo estudio.

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-> Pasaje comentado:


Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor y compren pan,  pues no tienen qué comer. Respondiendo él,  les dijo:

–Dadles vosotros de comer.

Ellos le dijeron:

–¿Quieres que vayamos y compremos pan por doscientos denariosy les demos de comer?

Él les preguntó:

–¿Cuántos panes tenéis?  Id a ver.

Y al saberlo,  dijeron:

–Cinco,  y dos peces.

Entonces les mandó que hicieran recostar a todos por grupos sobre la hierba verde. Se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. Entonces tomó los cinco panes y los dos peces y,  levantando los ojos al cielo,  bendijo, y partió los panes y dio a sus discípulos para que los pusieran delante;  también repartió los dos peces entre todos. Comieron todos y se saciaron. Y recogieron,  de los pedazos y de lo que sobró de los peces,  doce cestas llenas. Los que comieron eran cinco mil hombres. (Mar 6:36-44)

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