esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Leemos en Ezequiel 1, 4:

 

»Mientras miraba, vi una gran tormenta que venía del norte empujando una nube enorme que resplandecía con relámpagos y brillaba con una luz radiante. Dentro de la nube había fuego, y en medio del fuego resplandecía algo que parecía como de ámbar reluciente”

 

Y lo que el profeta Ezequiel atisbaba resulto ser la ‘carroza’ –permítaseme esta pobre y limitada expresión- en la cual se trasladaba Dios/Elohim en Su visita a este mundo que es Su creación. Y Ezequiel se refiere a la parte superior de esta ‘carroza’ como la “Gloria del Señor” (v 28). Es que en esa parte se ubicaba un Trono sobre “una superficie semejante al cielo, reluciente como el cristal” que vendría a ser el ‘piso’ –otra vez la pobreza- de la tal ‘carroza’. Y ese ‘piso’ se ‘apoyaba’ etéreamente en cuatro grandes ruedas que eran dirigidas por cuatro seres vivientes que el profeta identifica con serafines a los que nos referiremos enseguida. Leamos esto los v. 26-27:

 

“Sobre esta superficie había algo semejante a un trono hecho de lapislázuli. En ese trono, en lo más alto, había una figura con apariencia de hombre”

“De lo que parecía ser su cintura para arriba, tenía aspecto de ámbar reluciente, titilante como el fuego; y de la cintura para abajo, parecía una llama encendida resplandeciente”


Volvamos: el profeta había visto venir a lo lejos “una nube enorme…”, “dentro de la nube había fuego, y en medio del fuego resplandecía algo que parecía como de ámbar reluciente”. Y rodeando a esta Figura Majestuosa había un luminoso arcoiris (v 28):


 “Lo rodeaba un halo luminoso, como el arco iris que brilla entre las nubes en un día de lluvia…”


Y por debajo de esa “superficie semejante al cielo reluciente como el cristal” que llamamos ‘piso’, había cuatro enormes ruedas cada una de ellas formada a su vez por dos ruedas una transversal a la otra que brillaban como el berilio y estaban cubiertas de “ojos”. Junto a ellas estaban los cuatro seres vivientes –serafines- que tenían cuatro alas, y cuatro rostros, mirando cada rostro hacia una de las cuatro direcciones del espacio. Con dos de esas alas tocaban las alas de los serafines contiguos cuando la ‘carroza’ se movía y con las otras dos cubrían su cuerpo. Y se dice (v 20-21):

 

“El espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas… Cuando los seres se movían, las ruedas se movían. Cuando los seres se detenían, las ruedas se detenían. Cuando los seres volaban hacia arriba, las ruedas se elevaban, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas”


Es decir, estas cuatro grandes ruedas de aspecto terrible estaban formadas cada una por dos ruedas en cruz, y eran dirigidas e impulsadas por el espíritu de cuatro serafines que a su vez obedecían a Quien Estaba En El Trono, en la parte superior. Estas ruedas ciertamente no tenía ‘ejes’ ya que sería imposible colocárselos por ser ruedas en cruz. Y la ‘carroza’ tenía energía ‘punto cero’, es decir, estaba impulsada y dirigida por el espíritu de los cuatro serafines.


Y cada uno de los serafines tenía cuatro rostros -hombre, león, buey, águila- que permanecían fijos mirando hacia cada una de las cuatro direcciones del espacio. Y solo se movían en una de esas cuatro direcciones impulsando a la ‘carroza’, pero podían cambiar de una dirección a otra incluso en ángulos  de 90 grados. Y lo hacían instantáneamente y al unísono. Todo esto causó una impresión poderosa en el profeta Ezequiel.


Mostramos más abajo una representación de esta ‘carroza’ celestial para dar apoyo a la imaginación pero con recaudos: 1)  los querubines son descriptos en la visión como tocando sus alas extendidas, es decir que debían de estar en círculo, cosa que no se aprecia en la representación 2) faltan elementos que aparecen y desaparecen durante la visión además de una representación acabada de texturas y colores 3) no se percibe el arco iris que coronaba todo. Es que imposible hacer una representación grafica de la ‘carroza’ celestial con recursos de este mundo ya que tendríamos que disponer de una dimensión a más –por lo menos- que supere la mera dimensión espacial en la que vivimos o percibimos. Y además hay elementos como el ruido que produce la ‘carroza’ al moverse, que no es posible representarlo en una imagen y que sin embargo influye grandemente en la extrema emoción que provocó en el profeta. Pero con esas salvedades esta es una ilustración de la visión:


 

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Me he detenido en la descripción de esta ‘carroza’, que se repite en el capitulo 10-11 y 43, para mostrar que la visita del Altísimo y Su Gloria a la Tierra también requiere de un ‘soporte’. Es decir, si leemos Ezequiel 1, 16 vemos que esta ‘carroza’ celestial además de los serafines, que son el culmen de la jerarquía angélica, se compone de partes ‘hechas’:


 “Las cuatro ruedas se parecían y estaban hechas de la misma manera; dentro de cada rueda había otra rueda, que giraba en forma transversal”


Es decir, había elementos ‘manufacturados’ –una pobreza en el lenguaje- para funcionar de determinada manera. Tal parece que para trasladarse por dentro de Su creación el Altísimo y SEÑOR del Universo precisa de algo que Lo sustente. A esto llamamos ‘carroza’: al soporte que utiliza el Altísimo para ‘adaptarse’ a las condiciones de Su creación aunque siempre superándola. Y además vimos que esta ‘carroza’ estaba como escondida en una enorme nube resplandeciente empujada por una tormenta de aspecto terrible. Veremos otros ejemplos de estas ‘nubes’ en otro capítulo pero por ahora leamos el Salmo 68, 34:

 

«Atribuid a Dios fortaleza; su majestad es sobre Israel, y su poder está en las nubes” (versión textual)

 

En donde se nos dice que Su poder se esconde en las nubes (cuando viene en Su ‘carroza’ naturalmente). Y Ezequiel refiriéndose a la ‘Gloria del Señor’ dice:“Cuando la vi, caí con rostro en tierra, y oí la voz de alguien que me hablaba”. Y entonces recibió un severo mensaje que debía de entregar a un pueblo con corazón endurecido como un pedernal y que por esa causa había sido exilado de su tierra y habitaba ahora a orillas del río Quebar, en Babilonia.


Pero se dice enfaticamente que “Su majestad”, es decir, el reinado y dedicación preferente de Dios/Elohim -YaHWéH- es sobre ISRAEL. Y es sugestivo que se afirmen las dos cosas al mismo tiempo: en donde esconde Su Fuerza cuando visita a la Tierra y a favor de quien la ejerce. A lo largo de todo el libro de Ezequiel vemos que Aquel que se sienta en Trono majestuoso se preocupa ‘obsesivamente’ por ISRAEL, por mantenerla alejada de los ídolos y sujeta a Sus mandamientos. Y tanto es así que no duda en intervenir en la historia pequeña y grande de las naciones para lograr ese objetivo. Leamos lo que se afirma dentro de esta visión (Ez 11, 16-18):


«Esto dice el Señor…: ‘A pesar de que los esparcí por los países del mundo… los reuniré de entre las naciones adonde fueron esparcidos y les daré una vez más el territorio de Israel»


Esto supone un dominio global de toda la historia de la humanidad: YaHWéH esparce con Su Poder a la descendencia de Israel por todas las naciones y, milenios después, la regresa a la tierra desde donde la sacó -en realidad regresa un remanente-. Es para entregar este explícito mensaje que Dios/Elohim baja a la tierra a presentarse ante su profeta -o portavoz-. Y de esta marea y contramarea poblacional que Le revela, que conmueve las viceras de la historia hablamos en este sitio. Pero dice más:

 

«Cuando los israelitas regresen a su patria, quitarán todo rastro de sus imágenes repugnantes. Les daré integridad de corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Les quitaré su terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo»

 

Es decir que también opera en la profundidad del corazón. No niego que existan en este triste momento quienes intenten una grosera manipulación de la humanidad y tengan poder, influencia y tecnología a su disposición para hacerlo. Y de hecho el fin de esta historia que está en su crepúsculo será una “matrix” global impuesta por la Bestia, que supondrá una cruel persecución a judíos y cristianos. Pero aun reconociendo la existencia de estos intentos siniestros lo cierto es que el Propósito final del Altísimo com Su Pueblo Santo y la humanidad no será frustrado. Leemos en el Salmo 89, 6-8:


«¿quién se compara con el Señor en todo el cielo?
¿Qué ángel poderosísimo se asemeja en algo al Señor?
Los poderes angélicos más altos quedan en reverencia…
él es mucho más imponente que todos los que rodean su
trono ¡Oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales!
¿Dónde hay alguien tan poderoso como tú…?»

 

Aquel que conduce la ‘carroza’ celestial es infinitamente más Poderoso que cualquiera que ose enfrentarlo. En realidad hay dos ‘matrix’ a elección de los hombres. O bien aquella que nos ofrece el Todopoderoso basada en la Justicia y el Amor, o bien otra que es un variopinto kombo de proyectos luciferianos, variaciones de la intriga de la najash a Eva. Estas son las dos opciones, si no optamos por la que nos propone el Dios/Elohim de ISRAEL caeremos en el profundo foso que supone la otra que termina en el ‘fuego violento‘ (Heb 10, 27). Y entretanto que no finaliza el tiempo en que podemos optar por una o por otra despidamos a la ‘carroza’ celestial del Dios/Elohim de ISRAEL leyendo a Ezequiel 11, 22-23:


 “Luego los querubines desplegaron las alas y se elevaron por el aire con las ruedas junto a ellos y la gloria del Dios de Israel se sostenía en el aire por encima de ellos. Entonces la gloria del SEÑOR se levantó…”

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