esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Colaboración de
Juan José Fernández Granados

Ministerio Luz a las naciones

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Por medio de la meditación y de la contemplación entramos en la dimensión espiritual, es en esta dimensión espiritual donde podemos recibir de Dios “cosas grandes y ocultas que no conocemos”, mi deseo es que este estudio nos motive a pasar más tiempo meditando y visualizando las Escrituras, permitiendo que Dios ponga en nuestro corazón sus Palabras y sus imágenes.


También nuestros sentidos espirituales son desarrollados por medio de la meditación y de la contemplación (meditación contemplativa). Tenemos 5 sentidos espirituales que debemos desarrollar.


Vista espiritual


Tenemos ojos espirituales


“Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados”
Efesios 1:18


Los ojos espirituales pueden tener un velo para que NO puedan ver, de igual forma, Dios puede poner un velo sobre nuestros ojos naturales para que NO podamos ver algo concreto.


Dos de sus discípulos caminaron con Yeshua y no le reconocieron porque tenían un velo en sus ojos.


“Y he aquí que aquel mismo día dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba como a once kilómetros de Jerusalén. Y conversaban entre sí acerca de todas estas cosas que habían acontecido. Y sucedió que mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. Pero sus ojos estaban velados para que no le reconocieran. Y El les dijo: ¿Qué discusiones son estas que tenéis entre vosotros mientras vais andando? Y ellos se detuvieron, con semblante triste. Respondiendo uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único visitante en Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces El les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: Las referentes a Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo los principales sacerdotes y nuestros gobernantes le entregaron a sentencia de muerte y le crucificaron.”
Lucas 24: 13-20


Lo pudieron reconocer cuando Dios quitó el velo de sus ojos.


“Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron…”
Lucas 24:31


Por tanto, Dios puede poner un velo en nuestros ojos tanto físicos como espirituales.


Oído espiritual.


Tenemos orejas/oídos espirituales. Algunos no ha desarrollado su oído espiritual por eso en Apocalipsis leemos:


“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Apocalipsis 2:7


Cuando Pablo vio a Yeshua, los que estaban con él no le pudieron ver aunque sí pudieron escuchar su voz.


“Y sucedió que mientras viajaba, al acercarse a Damasco, de repente resplandeció en su derredor una luz del cielo; y al caer a tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y El respondió: Yo soy Yeshua a quien tú persigues; levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Los hombres que iban con él se detuvieron atónitos, oyendo la voz, pero sin ver a nadie.”
Hechos 9:3-7


Más tarde, cuando Pablo estaba contando lo que le sucedió dijo lo siguiente:


“Y los que estaban conmigo vieron la luz, ciertamente, pero no comprendieron la voz del que me hablaba.”
Hechos 22:9


Hay creyentes que no tenemos oídos para oír, debemos desarrollar nuestros sentidos a través de la meditación y la contemplación.


Gusto espiritual.


“Probad y ved que el SEÑOR es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Él se refugia!”
Salmo 34:8


Probamos al Señor a través de Su Palabra, experimentando su Palabra y su Presencia en nuestras vidas.


“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca.
Salmo 119:103


¿De qué paladar y de que boca nos habla? De nuestro paladar y boca espiritual.


“Tomé el librito de la mano del ángel y lo devoré, y fue en mi boca dulce como la miel; y cuando lo comí, me amargó las entrañas.”
Apocalipsis 10:10


El apóstol sintió la dulzura del libro y también la amargura, a través de nuestro gusto espiritual podemos sentir.


Olfato espiritual


“Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden; para unos, olor de muerte para muerte, y para otros, olor de vida para vida.”
II Corintios 2:15-16


En el mundo espiritual tenemos un olor fragante, el aroma de Yeshua. Para los incrédulos nuestro olor es un olor de muerte, para nuestros hermanos un olor de vida.


Pablo afirma que la ofrenda enviada por los filipenses para suplir las necesidades de Pablo, era fragante aroma para Dios.


“Pero lo he recibido todo y tengo abundancia; estoy bien abastecido, habiendo recibido de Epafrodito lo que habéis enviado: fragante aroma, sacrificio aceptable, agradable a Dios.”
Filipenses 4:18


Tacto espiritual.


Cuando alguien dice que ha sentido la presencia de Dios, la paz de Dios, el amor de Dios . . . está hablando del sentido del tacto espiritual. Cuando nacemos nuestros sentidos físicos no están desarrollados, de igual forma, cuando nacemos de nuevo, nuestros sentidos espirituales no están desarrollados, debemos aprender a desarrollar y ejercitar nuestros sentidos espirituales para dejar de ser corderos y llegar a ser ovejas. Por eso, Yeshua nos dice que sus ovejas oyen su voz, los recién nacidos todavía no tienen sus sentidos desarrollados y no oyen de una forma clara la voz del Pastor, pero cuando maduramos y aprendemos a desarrollar nuestros sentidos comenzamos a oír la voz de nuestro Pastor.


“Pero el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal.”
Hebreos 5:14


También leemos en 1 Juan 1:1:


“lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida”


Lo que nos habla muy claramente del oído, la vista y el tacto espiritual vinculados a la contemplación, aunque también -en parte- puede entenderse en este caso como los sentidos naturales.


La meditación


La meditación NO debe ser algo que hacemos de forma esporádica y en determinados momentos, debemos meditar continuamente.


“¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita – hagah – de día y de noche!”
Salmo 1:1 y 2


Una forma de meditar en la Palabra de Dios es leyéndola en voz alta (no hace falta gritar).


“Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás – hagah – en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito.”
Josué 1:8


Este versículo NO dice: “este libro de la ley no se apartará de tus ojos”, dice que “este libro de la Ley NO se apartará de tu boca”, esta afirmación nos muestra que la Palabra de Dios debe estar en nuestra boca continuamente.


Estudiar la Palabra de Dios y meditar en ella son dos cosas diferentes. Cuando estudiamos la Palabra usamos nuestros ojos y nuestra mente, pero cuando meditamos en la Palabra usamos nuestra boca y nuestro corazón. La Palabra debe estar en nuestra boca y corazón, debemos leer la Palabra en voz alta, debemos meditar en ella.


“Pues la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes.”
Deuteronomio 30:14


La palabra en hebreo para meditar en el Salmo 1:2 y Josué 1:8 es HAGAH y significa: hablar, murmurar, susurrar . . . en el siguiente versículo encontramos la misma palabra hebrea.


“Cuando en mi lecho me acuerdo de ti, en ti medito – hagah – durante las vigilias de la noche.”
Isaías 63:6


Esta palabra – hagah – es traducida como el “gemido” de una paloma y el “rugido” de un león (Is. 31:4; 38:14). En algunas ocasiones esta palabra se traduce como “hablar”.


“Mis labios no hablarán – hagah –  iniquidad,  Ni mi lengua pronunciará engaño.”
Job 27:4


“Porque mi boca hablará – hagah – verdad, Y la impiedad abominan mis labios.”
Proverbios 8:7


Meditar en la Palabra NO es un proceso mental, meditar es hablar la Palabra, susurrar la Palabra, murmurar la Palabra . . . dejar que su Palabra entre por los ojos, salga por nuestras bocas, penetre por nuestros oídos y llegué a nuestro corazón. Nuestros dos sentidos más importantes están involucrados en la meditación: el sentido de la vista (los ojos) y el sentido del oído. Estudiar y escudriñar la Palabra es importante, pero hablar lo que Dios dice es más importante.


“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. Y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.”
Deuteronomio 6:6-9


Este pasaje nos muestra que la Palabra de Dios debe estar continuamente en nuestras bocas.


La Contemplación (meditación contemplativa)


En la meditación usamos nuestras palabras, en la contemplación usamos nuestro Yetser (imaginación). Debemos leer la Palabra de Dios con nuestro Yetser, es decir, debemos usar los ojos de nuestra imaginación cuando leemos visualizando la lectura.


Contemplamos la Palabra cuando leemos un versículo, cerramos los ojos y comenzamos a verlo/visualizarlo en nuestro Yetser, en muchas ocasiones, el Espíritu Santo nos mostrará detalles que hemos pasado por alto, esto es algo fascinante. Dios quiere alumbrar los ojos de nuestra imaginación, quiere mostrarnos cosas grandes y ocultas que no conocemos. Si contemplásemos (visualizásemos) más las Escrituras, veríamos menos la televisión porque lo que viésemos en nuestro Yetser sería más interesante que lo que ponen en la tele.


“Y por la tarde Isaac salió a meditar al campo; y alzó los ojos y miró, y he aquí, venían unos camellos.”
Génesis 24:63


La palabra que aparece aquí en hebreo NO es HAGAH, es la palabra SUAJ, esta palabra significa “musitar pensativamente”, pero también tiene el significado de “plantar”. Cuando meditamos estamos plantando la semilla de la Palabra de Dios en nuestro corazón. Esta meditación en nuestro corazón es una meditación contemplativa.


Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos. Aunque los príncipes se sienten y hablen contra mí, tu siervo medita en tus estatutos. Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas. Levantaré mis manos a tus mandamientos, los cuales amo, y meditaré en tus estatutos. Sean avergonzados los soberbios, porque me agravian con mentira; pero yo en tus preceptos meditaré. Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche, para meditar en tu palabra.”
Salmo 119:15, 23, 27, 48, 78 y 148


“De noche me acordaré de mi canción; en mi corazón meditaré; y mi espíritu inquiere.”
Salmo 77:6


La palabra para meditar que aparece en estos versículos es SIAJ relacionada con la palabra SUAJ, uno de sus significados es “contemplación”. Por tanto, la meditación de estos versículos implica la visualización de lo que estamos pensando, “en mi corazón meditaré”. Esta palabra también tiene el significado de “orar” y/o “hablar”, cuando oramos lo que dice la Palabra de Dios, las palabras crean imágenes, la Palabra de Dios debe crear las imágenes que contemplamos.


“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.”
Isaías 26:3


La palabra pensamiento es YETSER, dicha palabra se refiere a nuestra imaginación, este versículo nos dice que Dios guarda en “completa paz” (en hebreo dice: “Shalom Shalom”) a aquel cuya imaginación en ti persevera.


Beneficios de la Meditación y la Contemplación


Debemos recordar que gracias a la meditación y a la contemplación nuestros sentidos espirituales son desarrollados y ejercitados, pero no solamente eso, la meditación y la contemplación afectan, de una forma positiva, a nuestros espíritus, nuestras almas y nuestros cuerpos:


-> Estamos alimentando nuestro espíritu. Mt. 4:4

-> Nuestra fe aumenta. Ro. 10:17 –  rhema = palabra hablada. Necesitamos oír la Palabra.

-> Preparamos nuestro corazón para que la semilla de la Palabra de Dios pueda crecer y dar fruto. La semilla crece y da fruto solamente cuando la tierra está preparada. Preparamos la tierra de nuestro corazón con la meditación y la contemplación. Mc. 4:3-8 / Stg. 1:21

-> Nos hacen sabios. Sal. 119:98 y 99

-> Tenemos salud y largura de días. Pr. 3:1-2, 8


“Dulce será mi meditación en él . . .”
Salmo 104:34a

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