esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Leemos sobre un descubrimiento en el año 2001 de un fósil de serpiente antiquísimo en la Patagonia argentina, al noroeste de la provincia de Rio Negro (nota 1):

 

“los investigadores comenzaron a armar el rompecabezas, cuyo resultado final es un animal de 1,5 metros de largo que puede parecer bastante extraño -¡una serpiente con patas!-”


Y llamaron a este espécimen ‘najash’, el nombre hebreo de la serpiente que se menciona en el relato del jardín del Edén, ya que dedujeron que debió de haber tenido dos patas –y dedujeron bien-. Este fósil descubierto -antiquisimo como dijimos- tiene un hueso sacro que conecta dos robustas piernas a la columna:

 

«esta serpiente fósil tenía un sacro que soportaba la pelvis y unas piernas robustas y funcionales».


Se ha encontrado en serpientes modernas vestigios –poco mas que una marca en su cuerpo- de que una vez pudieron haber tenido dos extremidades, pero los fósiles encontrados en el 2001 son definitivos en cuanto a esto porque muestran no solo el hueso sacro y la pelvis articulados con la columna sino ademas dos fémur, señal de que las najash, ancestros de las serpientes actuales, se mantenían en una posición erecta ya que las ‘piernas’ no les permitían ‘reptar’. ¡Esto destruye un cliché! Y teniendo en mente esta versión original de la serpiente del Eden leamos el relato de Génesis 3, 1-5:

 

«La serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que el Señor Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer:

 —¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto?

—Claro que podemos comer del fruto de los árboles del huerto —contestó la mujer—. Es solo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán”.

—¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer—. Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal.


En este relato vemos varias cosas que desmienten nuestra visión tradicional de este nefasto encuentro: en primer lugar Eva ‘conversa’ con la serpiente en algún lugar del jardín pero no junto al árbol cuyo fruto estaba prohibido de comer ya que Eva se refiere a ese árbol con una expresión que indica que se encontraba en otro lado: “es solo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer”. Si la conversación hubiera sido junto al árbol prohibido Eva hubiera dicho: “es del fruto de este árbol que no se nos permite comer”. De modo que ciertamente debe de haber sido en otro lugar del jardín que Eva ‘conversa’ con la serpiente/najash calificada en el relato como: “el más astuto de todos los animales salvajes”.

 

¿Y cómo es que Eva ‘conversa’ con ella? El texto no lo dice pero se me ocurren dos posibilidades que quizás sean solo una: o bien Eva –y Adán- tenían la facultad de entrar en contacto con los animales y dialogar con ellos ya que ellos eran seres/criaturas a imagen de Dios extraordinariamente dotados con respecto a lo que somos nosotros ahora -después de la caída-; o bien fue una conversación telepática, es decir, sin mediar palabras y es posible que ambas opciones signifiquen lo mismo como decimos (nota 2). De hecho ni Eva ni Adán -en el momento en que es informado de la ‘conversación’- parecen asombrarse de el dialogo con una najash lo que indica que esto había ocurrido antes y quizas era frecuente. De lo contrario Adan hubiera preguntadio a Eva como es que pudo comunicarse con una serpiente.

 

Solo que en el caso de la ‘conversacion’ recogida en este relato, como en el caso de Pedro en el episodio de Cesarea de Filipo (Mat 16, 23) o el de la ‘adivina’ que perseguía a Pablo gritando que era hijo del Altísimo (Hech  16, 17), la najash tuvo un ‘libretista’ que aguzó su ‘astucia’ y replicó:


“—¡No morirán!… Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal”.


¡Cuántas implicaciones tiene esta aviesa afirmación! Con ella la najash decía conocer los entresijos del pensamiento del Altísimo, es decir se otorgaba una antigua ‘familiaridad’ con Él atribuyéndole -en base a ese conocimiento- un propósito escondido para Adán y Eva. Y Eva hizo fe en esas afirmaciones que pudieron más que una relacion reverente, obediente y respetuosa, con su Creador. Lo que significa que de algún modo la najash había ganado su confianza en otros coloquios ya que una sola ‘conversación’ no hubiera bastado para minar su estrecha relación con Dios/Elohim.

 

Y las consecuencias las sabemos: Adán y Eva fueron expulsados del Edén para evitar que su rebeldía se volviera un estado eterno comiendo del fruto del árbol de la Vida. Y en cuanto a la najash: leemos en Génesis 3, 14-15 la sentencia:


«Por lo que has hecho, eres maldita más que todos los animales… Andarás sobre tu vientre, arrastrándote por el polvo durante toda tu vida. Y pondré hostilidad entre tú y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella”


 y termina así:


“Su descendiente te golpeará la cabeza, y tú le herirás el talón”


Quedaba de este modo planteada una enemistad mortal que perduraría a lo largo de siglos y milenios e involucraría a la descendencia de Eva por un lado y a la ‘descendencia’ que pudiera captar el Intruso del Edén con sus intrigas, por otro. Y la ‘astuta’ serpiente quedaría como símbolo perenne de rebeldía y del engaño del Maligno, enemigo de nuestras almas.

 

Veamos también el momento del pecado de Adán al obedecer la irresistible argumentación de su esposa:

 

La mujer quedó convencida. Vio que el árbol era hermoso y su fruto parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le daría. Así que tomó del fruto y lo comió. Después le dio un poco a su esposo que estaba con ella, y él también comió” (Génesis 3, 6)

 

Aquí se dice que Eva ambicionó la sabiduría que el intruso del Edén prometía. Es decir el intruso del Edén -la serpiente- urdió la trama corruptora del libre pensamiento que lleva a la separación del hombre y Dios. Y esta trama llega en nuestros días a su climax: hoy el libre pensamiento parece ser una condicion de superioridad intelectual. No es extraño entonces que el hombre no entienda nada, ni de lo que sucede en el plano de la historia, ni sobre si mismo, ni de donde viene ni adonde va, porque está desconectado con la Fuente Primordial de la Sabiduría sucumbiendo como Eva a la maligna ‘astucia’ que fue pronunciada o comunicada por la serpiente del Eden. Dice en 1 Corintios 2, 16:


«Mas nosotros tenemos la mente de Cristo»

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Esta es la única posibilidad de derrotar a esa inquina milenaria, y es una de las razones de porque vino al mundo el Hijo de Dios Jesus/Yeshua, Sabiduría de Dios. El vino a derrotar al Maligno en todos los campos, incluso en nuestra mente. Así, los que estamos en Él, somos revestidos del Espíritu Santo y tenemos vida eterna -el fruto del árbol que estaba en el centro del Eden- pero hemos sido ejercitados en la obediencia. Hay mas consideraciones que haremos en otro estudio.


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nota 1): LA NACION, jueves 20 de abril de 2006

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nota 2) En Génesis 2, 20 se narra que Adán “puso nombre a todos los animales y a las aves de los cielos, y a todo el ganado del campo”. Esto demuestra una percepción extra que supera a la que poseemos en nuestra naturaleza caída ya que para discernir las características básicas de cada uno de los animales a los efectos de ponerle nombre se precisa una intuición –llamémosle así- muy aguzada.  Y esto debía de ser una característica habitual en Adán y Eva. Se dice que San Francisco tenía esa inefable capacidad de hablar con todas las criaturas de Dios. Leemos en un portal de la Red:

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«Son muchas las historias que se cuentan sobre la conexión especial y el poder que San Francisco tenía con los animales. De hecho, además de hacerle caso todas las especies animales, las golondrinas lo seguían en bandadas y formaban una cruz encima de donde él predicaba. También se cuenta que un lobo salvaje que devoraba ovejas y atacaba a los hombres dejó de hacerlo al ser amansado» (Terra)

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De algún modo la pureza espiritual de San Francisco, su santidad, le habría devuelto esta conexión inicial con el reino animal que tuvieron Adan y Eva. A esto aludimos cuando decimos que conversar con una najash debe de haber sido habitual para ellos, por lo menos mientras permanecieron en el jardín del Edén. Luego sabemos que hubo una maldición que afectó en diversos grados a la naturaleza, el hombre y el reino animal hasta hoy.

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