esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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No se sabe exactamente, pero algunos afirman que “atacama” quiere decir “gran confín”. El desierto de Atacama es el mas extenso y seco de la tierra. Y desde estos confines de climas extremos, en donde la belleza del cielo es omnipresente por la ausencia de contaminación nos ha llegado una señal.


En estos días el mundo ha visto que la fe en Dios -el de la Biblia- ha sido la característica excluyente en este acontecimiento singular: tanto arriba en el campamento “esperanza”, como abajo en los “33” cautivos de las profundidades. Tanto arriba en la cabeza del Estado, como abajo en el pueblo. En todos y cada uno de los detalles de este acontecimiento que impactó el mundo Dios ha sido confesado y testimoniado con convicción conmovedora. Así un minero declaró que mas que la parafernalia tecnología -que la hubo y fue extraordinaria- lo que guío esta portentosa operación fue la mano de Dios. Así es que la palabra “milagro” fue la mas recurrente para definir lo que pasó en este rescate conmovedor en la mina San Jose.


Tomamos de “Mundo Cristiano” los siguientes párrafos:


«Cada uno de los rescatados emergen de la cápsula denominada “Fénix” con una camisa que en el frente dice “Gracias Señor”. En la parte trasera de la camisa se lee “De Él serán la gloria y la honra”, así como la cita del Salmo 95: 4, “Porque en Su mano están las profundidades de la tierra, Y las alturas de los montes son suyas”.

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El Presidente de Chile dijo entre otras muchas cosas: «Dios estuvo con nosotros en este momento»; «Dios nos probó, pero no nos puso una prueba que no pudiéramos sobrellevar». Por otra parte se le hicieron llegar a los “33” Biblias y prédicas del pastor Adrián Rogers, un campeón de la fe. Y un pastor oró con los cautivos de las profundidades antes del ascenso hacia la libertad: todos recibieron a Cristo en su corazón.


El rescate fue visto por 1.000 millones de personas a lo largo y ancho del planeta, la mayor audiencia jamás alcanzada. Y si hay tantas evidencias de la Presencia de Dios en un acontecimiento que impacto al mundo es natural que haya un mensaje de Dios para los que tengan oídos para oír. Mucho mas en días en que esperamos por cumplimientos proféticos portentosos. El pasaje que mas resonó en mi espíritu fue 1 Tesalonicenses 4:17:


“Luego nosotros, los que vivimos,
los que hayamos quedado,
seremos arrebatados…”

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Siempre me impresionó que en lenguaje profético quienes estamos entre las naciones esperando nuestra restitución a Sión/Reino de los Cielos/Reino de Dios, seamos descriptos como “cautivos”. De hecho muchos cristianos viven en cadenas y aún torturados o perseguidos, pero aun aquellos que gozamos de “libertad” somos a los ojos de Dios/Elohim ”cautivos” en las naciones hasta que nuestro rescate y restitución a la gloriosa y celestial Sión sea finalmente efectuado. Y las naciones son descriptas precisamente como un «desierto». Leamos:


«El espíritu de YaHWéH…está sobre mí…
Me ha enviado…a publicar libertad a los cautivos
y a los prisioneros apertura de la cárcel»
Isaías 61:1


«Porque vienen días…en que haré volver
a los cautivos de mi pueblo
de Israel y de Judá, ha dicho YaHWéH,
y los traeré a la tierra que di a sus padres,
y la disfrutarán».
Jeremías 30:3


«He aquí yo hago volver a los cautivos
de las tiendas de Jacob,
y de sus tiendas tendré misericordia»
Jeremías 30:18


«¡Ah, si de Sión viniera
la salvación de Israel!
Cuando YaHWéH haga volver
a los cautivos de su pueblo,
se gozará Jacob, se alegrará Israel».
Salmo 14:7


De modo que Dios quiere recordarnos en estos días que mientras estemos en este mundo, en que la apostasía lo está tomando todo, estamos cautivos. La libertad que tenemos en Cristo es la que alentó a los “33” en el fondo de la mina: la de permanecer expectantes con la “viva esperanza” de la liberación a pesar del calor y la asfixia progresiva. Los «33» podían moverse, caminar grandes distancias, y aún correr y andar en coche. Pero  sabían que estaban cautivos. Y nosotros sabemos que “nuestra ciudadanía esta en los cielos”, no aquí, desde donde esperamos anhelantes a Jesucristo. Es en el mundo venidero/atid lavo en donde está depositada nuestra «vida en abundancia» y a el pertenecemos. Aqui somos peregrinos y extranjeros. Y esperamos que Jesucristo/Yeshuahamashiaj rompa finalmente los cielos plomizos de este mundo con el exacto «kairos» (tiempo de Dios) que tuvo la mecha del taladro de Atacama para salvar las vidas de los «33» -figura del remanente-. Y cuando Él irrumpa desde los cielos nos dará una ruta de escape prodigiosa «hacia arriba», hacia nuestras bodas celestiales.

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Fue una respuesta a la fe “contra toda esperanza” que los taladros acertaron en el túnel de la cautividad. Con el primero llegaron las atenciones primarias, algún confort, comunicación con el «campamento» y el aliento de la Palabra para lo que quedaba de espera. Con el segundo la ruta de escape: los «cielos» de la mina se rompieron y asomó el canal que los retornaría a la libertad en alas de la «Fenix» -cuyo nombre alude precisamente a la resurrección- . ¡Aleluya!

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«…he sacado a tus presos
de la cisterna en que no hay agua.
Volveos a la fortaleza (Sión),
prisioneros de la esperanza;
hoy también os anuncio
que os dará doble recompensa«.
Zac 9:11-12

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Clic aquí para ver una entrevista al minero Reygadas

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