esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

 

+

Dice Isaías 51, 6:

 

levanten los ojos al cielo,
y miren abajo, a la tierra:
el cielo se desvanecerá como el humo,
la tierra se gastará como un vestido…
Pero mi salvación será eterna,
mi victoria no tendrá fin

 

Y también el Salmo 102, 25-26:

 

Afirmaste la tierra desde el principio;
tú mismo hiciste el cielo.
Todo ello dejará de existir,
pero tú permaneces firme.
Todo ello se gastará, como la ropa;
¡tú lo cambiarás y quedará cambiado,
como quien se cambia de ropa!

 

Refiriéndose al mismo acontecimiento dice el apóstol Pedro:

 

los cielos pasarán con gran estruendo,
los elementos ardiendo serán deshechos
y la tierra y las obras que en ella hay
serán quemadas”
(2 Pedro 3, 10)

 

La Palabra afirma que el mundo tuvo un comienzo definido en el tiempo y que hay un “día establecido” para su fin (Hch 17, 31). Y en Lucas 17, 30 nuestro Señor avisa que ese abrupto final será del mismo tipo al que que hubo en días de Noe y de Lot:

 

comían, bebían, se casaban
y se daban en casamiento,
hasta el día en que entró Noé en el arca
y vino el diluvio y los destruyó a todos

 

La insidiosa teoría de la evolución, el “pensamiento oficial” de este mundo, afirma que el mundo tiene miles de millones de años hacia atrás y hacia delante. Esto es, que nos precede un tiempo infinito y nos sucederá un tiempo igualmente inconmensurable. Pero la Palabra afirma que este mundo esta acotado entre dos fechas: la de su creación, al principio, y la del “día de la Ira”, al final. Y que a ese terrible “día de la Ira” que se aproxima le sucederán “nuevos cielos y nueva tierra en donde mora la Justicia”.

 

Quien dice ser creyente tiene que optar: o bien todo se originó en una explosión de materia primordial infinitesimal a partir de la cual llegamos a ser lo que somos mediante una serie de casualidades «exitosas», como dice el evolucionismo y el mundo. O bien somos una creación especial de Dios/Elohim -YaHWéH- que también creó de la nada a los cielos y la tierra y todo lo que en ellos hay. En el primer caso la existencia del género humano y la tierra se prolongaría sin límite de tiempo en el futuro -y esto nada tiene que ver con el texto bíblico-, en el segundo nuestro destino es vivir en la Presencia de Dios y de Su Cristo luego de la resurrección en una «nueva tierra» llena de Su Gloria -y esta es la opcion correcta-. Estas son opciones radicalmente opuestas, no hay “consenso” posible entre ellas para nuestra fe.

 

Los escogidos debemos saber con la certeza que proviene de la fe (Heb 11, 1) quienes somos, de donde venimos y hacia adonde vamos.

*

+