esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Ya vimos que el nombre que tomaron los «hijos de Israel» -la descendencia del norteño reino de Israel desterrado entre las naciones por su apostasía- en la historia corriente fue «hijos de Omri. De allí se deriva, «kimris» y luego «cimerios». Y estos  fueron  los pueblos de la primera gran oleada migratoria sobre los territorios central, norte y occidental de lo que hoy es Europa. Y estos fueron llamados por los romanos «galos» y por los griegos «keltoi» o celtas. Pueblos multietnicos, como ya que dijimos, ya que los hijos de Israel en el destierro se mezclaron con diferentes etnias jafeitas.

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Ahora bien, se impone como necesario pensar que «los druidas» provinieran de los «hijos de Israel» específicamente. Estos constituían la poderosa casta sacerdotal que lo era todo en el «mundo celta»: científicos, astrónomos, médicos, sacerdotes, filósofos, jueces y preceptores de la juventud. Relatos sobre su personalidad, siempre envuelta en misterio ya que no hay testimonios escritos, cuentan que su mera presencia podía detener una batalla entre dos tribus enemigas, por enconada que esta fuera. Su indiscutida autoridad e influencia lo penetraba todo  y por ello eran el elemento de cohesión -la columna vertebral- de una cultura  plural, multiétnica y muy extendida territorialmente considerando los medios de transporte de la época. Sin el aglutinante de esta casta sacerdotal la vocación guerrera que era el “modus vivendi” del “mundo celta”, los hubiera fragmentado en mil pedazos, haciéndolos  indiscernibles como «cultura».


Como todo en el mundo celta, la «religión de los druidas» era una mezcla de componentes contrapuestos: idolatría, magia, superstición, sincretismo, animismo… pero aún así, tenía en su sustrato intimo algunas marcas de una religión estructurada en valores mas profundos (como lo reconocieron autoridades cristianas de la época). Así, su núcleo desprovisto de paja y hojarasca, parecía apoyarse en esta triple base:


-> un Dios único,
-> la inmortalidad del alma,
-> la recompensa o el castigo en la otra vida.


Y aquí tocamos -para nuestra sorpresa– elementos de la religión de ISRAEL.

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Por otra parte, todo en el «mundo celta» estaba organizado en triadas a las que la «religión de los druidas» atribuían un valor sagrado. Este hecho facilitó la asimilación rápida de la fe cristiana portadora del dogma trinitario de un Dios único en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así, lo que para el mundo griego -y romano- era una paradoja difícil de entender a partir de su racionalidad, para los «celtas» fue coherente desde el principio.


zzzzzzzztriadas


De este modo, la parte “sana” de la contaminada «religión de los druidas», a la luz de la revelación de la Palabra predicada por los apóstoles con la unción inerrante del Espíritu, permitió a los galos/celtas contactar con la fe cristiana y convertirse a ella con relativa rapidez, antes incluso de que el Imperio Romano la adoptara a partir de las reformas de Constantino.

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Y así los “celtas” abandonaran sus practicas mágicas y adivinatorias cuando escucharon con avidez a los enviados de YeshuaHamashiaj. Algo había en sus palabras que les entibiaba el corazón y los inundaba de una paz que no conocían, y que estaba en directa oposición a su etos guerrero. Ellas revelaban además un significado mas profundo y verdadero –como se dijo- a la «triada sagrada». Y de esta manera, muchos «druidas» se convirtieron en fieles obispos de la «Iglesia Celta» que fue anterior a la Iglesia de Roma e independiente de esta hasta el año 664 de nuestra era. Este misterio de la conversión de los poderosos druidas y la “cultura celta” al cristianismo es uno de las mayores incógnitas de la historia. Y la cristiandad nació de ese misterio inescrutable si no mostramos que los llamados “celtas” -que es un nombre adjudicado por otros, no el que ellos se daban a si mismos, ya que ademas estaban divididos como dijimos en numerosos pueblos- estaban conformados y liderados por los “hijos de Israel/”casa de Israel/”Efraín”. Y que la «misión apostólica» instruida por el Maestro para ir hacia ellos sin detenerse -la predicación del evangelio- fue el «plan de rescate» diseñado por YaHWéH para alcanzarlos, siendo  las iglesias de Cristo el «aprisco» de las ovejas que en el destierro escucharon Su voz, y volvieron al Dios/Elohim de ISRAEL. Solo que la revelación progresiva de la Palabra les presentó a YaHWéH revelado en Su Hijo, y a Éste con un nombre griego: Jesús. Pero, como sea, la ciudad central de referencia de su nueva fe fue Jerusalem -la ciudad del Grande Dios-  no una ciudad o territorio de sus países adoptivos.

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Y luego, la conversión del Imperio Romano invadido y desmembrado por los godos/germanos que fueron la segunda gran migración hacia occidente a partir del siglo II  de los pueblos conformados por los «hijos de Israel» desterrados -a la que no nos referimos en este estudio en que hablamos solo de la primera oleada migratoria- fue la culminación del proceso que dio origen a lo que se llamó luego: “cristiandad”, que cambio la historia del mundo. Tal hecho portentoso,  la conversión de los galos/celtas y los godos/germanos constituyeron el impacto de la «pura gracia» en la historia -YaHWéH- profetizada a los «hijos de Israel»/»Efraín» en Oseas 14:4, entre otros pasajes:


» Yo sanaré su rebelión,
los amaré de pura gracia;
porque mi ira se apartó de ellos».

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Como resumen de lo dicho estamos afirmando entonces que estas poblaciones protoeuropeas que se movían como «almas en pena» de un lado hacia otro buscando muchas veces la muerte en combate, contenían en su seno a la descendencia de los «hijos de Israel»/»casa de Israel»/”Efraín” desterrados en el año 722 a.C. de la región de Samaria, al norte del territorio del ISRAEL bíblico. Esta es la gran revelación que debemos entender para visualizar el evangelio en la historia. A estos pueblos se refirió nuestro Señor como “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, y dio instrucciones a sus apóstoles para que les llevaran el evangelio sin demora y preferentemente (Mateo 10:5-7; Hechos 10:36). Y el hecho de que estuvieran compuestos de etnias mezclados y diversas confirma también la palabra profética que condenó a Israel(Efraín) a ser «zarandeado» y «mezclado» con las naciones, algo trágico para esa parte numerosa de una nación nacida de la elección y separación. La profecía sobre esto la leemos en Amos 9:9:


«Porque he aquí yo mandaré
y haré que la casa de Israel sea zarandeada
entre todas las naciones,
como se zarandea el grano en una criba…»


Y en Oseas 7:8:


«Efraín se ha mezclado con los demás pueblos;
Efraín fue torta no volteada.»


Y así, estos pueblos peregrinos y perennemente insatisfechos reconocieron y adoraron como su Señor y Dios a un israelita sacrificado en tierras para ellos muy lejanas, que sin embargo sentían familiares. ¿No es esto maravilloso? ¿No percibimos la mano de Dios/Elohim  -YaHWéH- yendo a buscar y rescatando al caído y sucio del muladar para volverlo a casa?. Ahora bien, la permanente deriva occidental que llevó a los “hijos de Omri” /»hijos de Israel»/ «casa de Israel»/ ”Efraín” hasta las «islas» (las Islas Británicas), las «costas» (las de Francia y España sobre el Atlántico) y las «extremidades de la tierra» (el continente americano), según el preciso lenguaje de Isaías y Jeremías, es una confirmación impresionante de la palabra profética que en Oseas 13:15:


«… vendrá el solano,
viento de YaHWéH;
se levantará desde el desierto,
y se secará su manantial,
y se agotará su fuente…
«

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Fue este viento que obedece a YaHWéH y que sopla de oriente hacia occidente el que figuradamente empujó a los hijos de Israel/Efraín desde su nativa Samaria hasta los territorios protoeuropeos viniendo a conformar con el pasar de los siglos la civilización mas influyente y poderosa que el mundo haya tenido: la «cristiandad».

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