esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Colaboración de
Juan José Fernández Granado
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Ministerio Luz a las naciones

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Existe un reino natural y existe un reino espiritual, existen leyes que rigen el mundo natural/físico y existen leyes que rigen el mundo espiritual.


Los ángeles tienen una forma específica, han sido creados con “sustancias espirituales”. Los ángeles comen, ya que el maná es el pan que los ángeles comen en el cielo. El maná existía en el mundo espiritual, el Señor hizo que esa sustancia se materializase en el mundo natural e incluso hizo posible que Su Pueblo comiese de él.


“Pan de ángeles comió el hombre;
Dios les mandó comida hasta saciarlos.”
(Salmo 72:25)


La fe es una sustancia espiritual, la gracia es un sustancia espiritual, el poder es una sustancia espiritual, la unción es una sustancia espiritual, la sabiduría espiritual, la gloria . . .


“Es pues la fe la sustancia de las cosas
que se esperan, la demostración
de las cosas que no se ven.”
(Hebreos 11:1)


Cuando el Señor nos imparte una sustancia espiritual puede producir cambios en nuestro espíritu, nuestra alma o nuestro cuerpo.


“Y echándose debajo del enebro,
se quedó dormido;
y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo:
Levántate, come. Entonces él miró,
y he aquí a su cabecera una torta cocida
sobre las ascuas, y una vasija de agua;
y comió y bebió, y volvió a dormirse.
Y volviendo el ángel del Señor la segunda vez,
lo tocó, diciendo:


Levántate y come,
porque largo camino te resta.
Se levantó, pues, y comió y bebió;
y fortalecido con aquella comida
caminó cuarenta días y cuarenta noches
hasta Horeb, el monte de Dios.”
(I Reyes 19:5-8)


Esta torta cocida pudo impartir una fuerza sobrenatural a Elías y se mantuvo con lo que comió 40 días y 40 noches. En el siguiente ejemplo vemos una impartición de la unción profética:


“Y fui al ángel, diciéndole que me diese
el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo;
y te amargará el vientre, pero en tu boca
será dulce como la miel. Entonces tomé
el librito de la mano del ángel, y lo comí;
y era dulce en mi boca como la miel,
pero cuando lo hube comido,
amargó mi vientre.


Y él me dijo: Es necesario que
profetices otra vez sobre muchos
pueblos, naciones, lenguas y reyes.”
(Apocalipsis 10:9-11)


Y Salomón se acostó una noche siendo un hombre normal y se levantó siendo el hombre más sabio de toda la tierra ¿Cómo pudo ser esto? Por la impartición de una sustancia espiritual llamada “sabiduría”:


“voy a obrar conforme a tus palabras:
Te he dado un corazón sabio y entendido,
tanto que no ha habido antes de ti
otro como tú,
ni después de ti se levantará
otro como tú”.
(I Reyes 3:12).

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