esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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“Con tremendas cosas
nos responderás tú en justicia,
Dios de nuestra salvación,
esperanza de todos los términos de la tierra

Tú…el que sosiega el estruendo de los mares…
y el alboroto de las naciones».
(Salmo 65:5-7)

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¿Cuáles son los temas con los cuales nos despertamos diariamente?: huracanes, inundaciones, terremotos una amenaza continua a la paz mundial, guerras sórdidas. Y la crisis económica, y la violencia callejera y doméstica, y la agónica situación en la enseñanza, y el sexismo mas descarado y grosero y la corrupción, y el crimen mas abominable. Todo esto es “alboroto de las naciones”, parece que todo cae sin remedio, que siempre se puede ir mas abajo, que nada se sostiene. Y si no tuviéramos latente en nosotros la “viva esperanza” de que la paz no depende de voluntad de hombres sino de Dios/Elohim –YaHWéH- y que llegará el despuntar del alba mas allá de toda duda temeríamos por ser presas de un fin sin retorno.


«… y sobre la tierra, angustia entre las naciones,
perplejas a causa del rugido del mar y de las olas,
desfalleciendo los hombres por el temor
y la expectación de las cosas
que vendrán sobre el mundo»
Lucas 21:25-26


Es lo que vemos hoy. De modo que, contra todas las apariencias, luego de este alboroto en el mar, en la gente y en las naciones, viene un tiempo de restauración de todas las cosas. Y esto lo verán los escogidos y fieles.  Un tiempo en que el clima volverá a parámetros tan placenteros que no podemos imaginar y no habrá más inundaciones desoladoras ni terremotos destructores. E imperará una Paz y Justicia hoy impensables en todo el mundo. Viene el Deseado de todas las naciones:


“Con tremendas cosas
nos responderás tú en justicia,
Dios de nuestra salvación,
esperanza de todos los términos
de la tierra”


Es en esta buena noticia debemos perseverar. Contemplarla extasiados todos los días con los ojos de la fe. Ella nos habla de un futuro de gozo inefable en donde la gloria de Dios será tan abundante como las aguas del mar que volverán a llegar sin prisa hasta las playas. Y la tierra no temblará en todo su santo monte ya que:

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“El reino que Dios nos da,
no puede ser movido.
Demos gracias por esto…”
(Hebreos 12:26-28)

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¡Aleluya!

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