esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó el marzo 5  de 2014:

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“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4) No estoy de acuerdo con todas las doctrinas de los escritores puritanos, pero me encanta su énfasis en la santidad. Estos piadosos predicadores llamaban sus sermones «arado profundo». Ellos creían que no podían sembrar verdaderas semillas de fe hasta que la tierra de los corazones de sus oyentes haya sido profundamente arada.


Los puritanos se aseguraban de que sus prédicas llegaran a lo profundo, rompiendo la tierra rocosa de las almas de sus oyentes. Sus sermones producían genuino arrepentimiento en sus congregaciones. Y, a través de los años se produjeron cristianos fuertes, maduros y fieles.


Hoy, sin embargo, la mayoría de las prédicas es sembrar sin arar. Escucho muy pocos sermones, hoy en día, que penetren más allá de la superficie. El “arado profundo” no sólo trata con la enfermedad del pecado; cava hasta llegar a la causa misma de la enfermedad. Muchas de las predicaciones que escuchamos hoy, se enfocan en el remedio mientras que ignoran la enfermedad. ¡Ofrecen una receta sin proveer la cirugía!


Tristemente, hacemos que la gente piense que ha sido sanada del pecado cuando nunca supo que estaba enferma. Les ponemos vestimentas de justicia, cuando nunca supieron que estaban enfermos. Les instamos a confiar en Cristo, cuando ni siquiera se han dado cuenta de su necesidad de confiar. Tales personas terminan pensando: «No me hará daño el añadir a Jesús a mi vida».


C.H. Spurgeon, el poderoso predicador inglés, dijo lo siguiente acerca de la necesidad de arrepentirse:


“Creo que la penitencia dolorosa aún existe, aunque últimamente, no he oído mucho acerca de ella. La gente parece saltar muy rápidamente hacia la fe en estos días… Espero que mi viejo amigo, El Arrepentimiento no haya muerto. Estoy desesperadamente enamorado del arrepentimiento; parece ser el hermano gemelo de la fe.


No entiendo mucho acerca de la fe sin lágrimas; sé que vine a Cristo por el camino de la cruz de llanto…Cuando vine al Calvario por fe, fue con gran llanto y súplicas, confesando mis transgresiones, y deseando encontrar salvación en Jesús, y en Jesús solamente”.

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