esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó el 16  de abril de 2014:

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El cambio es una obra exclusiva del Espíritu Santo. “¿Cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? (2 Corintios 3:8). Nosotros simplemente no podemos cambiarnos a nosotros mismos. Sólo el Espíritu de Dios nos puede conformar a la gloriosa imagen de Cristo. Todos hemos oído decir: “Cuando una persona se convierte al Señor, Dios quita el velo de sus ojos”. Esta es la obra exclusiva del Espíritu.


También leemos: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (versículo 17). La palabra “libertad” aquí significa: “Que ya no se es un esclavo, exento de deudas, libre, desencadenado”. Esto describe la libertad que recibimos cuando se abren nuestros ojos. De repente, podemos ver las cosas en una nueva luz. Solamente el Espíritu Santo puede romper la manera en que hemos visto las cosas durante toda una vida, solamente Él puede convertirnos y encaminarnos en el rumbo correcto.


En resumen, esta conversión que Pablo menciona acá, significa confiar plenamente en el Espíritu de Dios. También significa el alejarnos de todo consejo que no sea basado en la Biblia, de todas tus propias ideas y planes, y clamar únicamente al Espíritu Santo para que te dirija y te guíe.


Pablo experimentó este tipo de conversión. En Hechos 9, cuando todavía se conocía como Saulo, estaba en el rumbo incorrecto, yendo hacia Damasco para perseguir cristianos. (¡Hablando acerca de tener un velo sobre los ojos!) Saulo realmente pensaba que le estaba haciendo un favor a Dios, al arrestar creyentes y enviarlos a la cárcel.


Pero el Señor interceptó a este hombre y creó una crisis en su vida. Cuando Jesús se encontró con Saulo camino a Damasco, le golpeó con una luz tan poderosa que literalmente le dejó ciego. Saulo, ciego, tuvo que ser guiado hasta una casa en Damasco, donde permaneció hasta que el siervo de Dios, Ananías, llegó. Ananías le dijo: “Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista” (Hechos 9:17-18).


Saulo rindió su pasado, su futuro, todo al Espíritu Santo e inmediatamente se le quitó el velo de sus ojos.

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