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Tomado del libro, ‘Después del Cielo’
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Leemos en Ezequiel 39, 21-24:
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de ese modo, mostraré mi gloria a las naciones. Todos verán el castigo que les impuse y el poder de mi puño cuando golpeo.
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A partir de entonces, el pueblo de Israel sabrá que yo soy el Señor su Dios.
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Luego las naciones sabrán por qué los israelitas fueron enviados al destierro: fue el castigo por su pecado, porque fueron infieles a su Dios. Por lo tanto… les di la espalda y los castigué por su contaminación y por sus pecados
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Sorprende que lo que más importa a Dios/Elohim –YaHWéH- en la inauguración del Reino venidero es explicar a las Naciones de entonces cuales fueron y el porqué de Sus acciones con Su Pueblo, a saber: su envío al destierro entre las Naciones por causa de sus pecados, y según vimos, la congregación final a Sion de un remanente purificado –el remanente de Israel- por el cual: ‘a partir de entonces, el pueblo de Israel sabrá que yo soy el Señor su Dios’. Por eso decimos que el destierro y la congregación final de Su Pueblo -o un remanente redimido de el– son las turbinas de la Historia. La marea y contramarea que produce los cambios y la estremece cuando la observamos en plazos de milenios según la perspectiva de Dios/Elohim. Y en esta perspectiva a vuelo de Águila incluimos la creación de un pueblo azote/acicate del remanente redimido: el Islam, que fue aliado del nazismo en la Segunda Guerra también feroz enemigo de Su Pueblo, al que Personalmente derrotará en Su Venida. De esto habla el pasaje de Habacuc que termina: ‘rayos de luz salen de sus manos donde se esconde su imponente poder’ (Hab 3, 3-5) refiriéndose a las manos clavadas a la cruz para Perdón de nuestros pecados.
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Y en otros pasajes se habla de Su túnica roja de sangre por haber pisado solo el lagar de Su Ira contra Edom:
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–-Estuve pisando el lagar yo solo; no
había nadie allí para ayudarme… he
pisado a mis enemigos… su sangre me
ha manchado la ropa. Estaba asombrado
al ver que nadie intervenía… Así que
yo mismo me interpuse…
y mi ira me sostuvo
Isaías 63, 1-5
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Y hay muchas más referencias al hecho que pondrá fin a la Historia de las Naciones antes del advenimiento del Reino que es la derrota de Edom/Islam, pero estas bastan. De modo que el trato con Su Pueblo es la principal proclama del Altísimo ante las Naciones en el inicio del Reino, y este repaso general de Su trato con Su Pueblo –se nos dice- vindicará Su Gloria.
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La realidad mística que hoy profesamos los cristianos -los misterios que custodia la Iglesia- será pronto sustituida por una realidad tangible. Hoy nos confesamos cuerpo místico de Cristo y Novia del Cordero, pero pronto seremos Pueblo Santo/Esposa, despertaremos a nuestra semejanza con Él (1 Ju 3, 2) y seremos Sus colaboradores en la administración del Reino (nota 1). Lo que ahora es capullo abrirá sus alas.
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Se cuenta en los relatos de la advocación de la Virgen de Medjugorje que en una de sus apariciones, en un recinto cerrado con pocas personas, les comunicó a través de la vidente que algunos podían acercarse y sentir su presencia mediante el tacto (ya que no la veían ni oían). Y muchos lo hicieron y percibieron con su tacto el manto que la cubría –recordemos que la Virgen fue asunta al Cielo en cuerpo y alma cosa que no es así con los santos-. Pues bien, los que tuvieron esa experiencia tangible no necesitaron más creer que la Virgen estaba allí, sino que sabían que estaba. Es la experiencia de los discípulos con el Resucitado, ellos no podían dudar de lo que veían y fue confirmado explícitamente a Tomás en forma dramática. Y si bien esto tuvo que ser comunicado a los bienaventurados en los siglos de la Gracia mediante el don de la fe (Ju 20, 29) ahora de nuevo nos acercamos a la experiencia tangible que tuvieron los apóstoles que ‘palparon con sus manos’ al Verbo (1 Juan 1, 1). Esta es lo que debiéramos discernir en los acontecimientos venideros ya que el depositorio de la sagrada realidad mística o ‘la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos’ (Jud 1, 3) –la Iglesia- va a ser sustituida por una realidad tangible sin necesidad del apoyo de la fe y seremos JEZREEL, el fruto de la SIEMBRA de la Palabra en las Naciones, un Pueblo Santo de gente con cuerpos gloriosos. Y si hemos de recibir un cuerpo incorruptible no es para vivir en el Cielo, lugar beatifico de nuestras almas descarnadas, sino en el Reino venidero.
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Los discípulos de Jesús/Yeshua tuvieron dificultad en aceptar esta realidad tangible hacia la que vamos muy diferente a la de este mundo. Cuando el Maestro vino hacia la barca caminando sobre el mar pensaron que era un fantasma, y se pusieron a gritar (Mat 14, 26). Y cuando se presentó en Cuerpo Resurrecto tuvo que advertir a los atribulados discípulos:
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mirad mis manos y mis pies, que soy yo mismo; palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
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Esto ilustra la realidad tangible hacia la que vamos. El Reino que es nuestra herencia tiene fundamento celestial (Heb 11, 10) pero está destinado a establecerse en una nueva tierra bajo nuevos cielos. Es decir, desciende del Cielo, pero no es el Cielo, si bien en el se hará la Voluntad de Quien está en el Cielo (Mat 6, 10). Y para entonces tendremos agenda completa como colaboradores del Rey YaHWéH Tsidkenu que residirá en un nuevo Templo, ubicado en una nueva Jerusalem y en una nueva Sion revestida de Su Gloria. Este Reino será la restauración del reino de ISRAEL/Tabernáculo de David por el cual preguntaron con insistencia los apóstoles (Hech 1, 6).
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Mencionamos también la confusión que se genera cuando no visualizamos correctamente ese Reino futuro y queremos juzgar los hechos de este mundo sin considerarlo y en este sentido afirmamos que la Iglesia Católica está tan inmersa en su realidad mística que no puede mirar más allá del Cielo, bajo la Voluntad permisiva de Dios/Elohim. Esta es la razón para que una persona de la inteligencia, personalidad, coraje, energía, don de comunicación, cercanía y santidad probada como Mario Bergoglio desafine en sus posiciones político pastorales como jefe del Vaticano al punto de confundir a propios y –muchas veces- alagar a extraños, cuando debiera ser exactamente lo contrario. Es que esa parte del testimonio de la Iglesia ha llegado a su fin, y Otro Trato con las Naciones se avecina que sustituirá a la Iglesia. El primer papa dijo (2 Pe, 3 11-13):
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dado que todo lo que nos rodea será destruido de esta manera, ¡cómo no llevar una vida santa y vivir en obediencia a Dios,
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esperar con ansias el día de Dios y apresurar que este llegue! En aquel día, él prenderá fuego a los cielos, y los elementos se derretirán en las llamas.
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Pero nosotros esperamos con entusiasmo los cielos nuevos y la tierra nueva que él prometió, un mundo lleno de la justicia de Dios.
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Es obvio que el apóstol Pedro no estaba poniendo el énfasis de su consejo en el cuidado ecológico de algo que de todos modos está destinado a la destrucción, aunque nos recomienda perseverar en una vida santa lo que incluye cuidar la naturaleza –hábito muy enraizado en el judaísmo- más bien advertía que todo lo existente sería quemado con violencia. ¿Podríamos escuchar un mensaje así hoy en la Iglesia? Digo ‘hoy’ porque antes lo hubo. Y asimismo decía que lo que nos corresponde como seguidores del Mashíaj de ISRAEL –el Cristo- es esperar ‘con entusiasmo los cielos nuevos y la tierra nueva que él prometió, un mundo lleno de la justicia de Dios.’ ¿Es este el entusiasmo que predica el papa Francisco? ¿el del seguro advenimiento del Reino prometido mas allá de este mundo que colapsa? Sin embargo, como dijimos, Mario Bergoglio fue elegido por el Espíritu Santo para dirigir la Iglesia Católica en estos días, y si desafina (1 Cor 14, 8) en su posicionamiento ante las Naciones es porque la Iglesia misma ya no es confiable en esa parte de su ministerio, aunque sí en conservar los sagrados misterios ‘hasta que Él vuelva’. Y esto significa que se está afilando Otro Instrumento diferente en el trato con las Naciones, que nos movemos hacia otra dispensación –la del Reino- y quizás en el breve espacio de tiempo entre una y otra se produzca una simbiosis entre la Iglesia Católica del continente americano y los hermanos separados del continente americano, cuando las tinieblas cubran Europa y allí no se pueda más trabajar (Ju 9, 4).
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Hemos visto al jefe de la Iglesia regalar a los jefes de Estado que lo visitan, con fervor cargado de buenas intenciones, un medallón en el que un olivo parece luchar por zurcir la grieta que separa sus dos mitades. Pero en realidad existe una grieta profunda que no se puede zurcir. Dice Apocalipsis 22, 11:
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el que es injusto, sea injusto todavía; el que es impuro, sea impuro todavía; el que es justo, practique la justicia todavía, y el que es santo, santifíquese más todavía
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De un lado de esa grieta están los impíos, los que aman este mundo, o los ‘cazadores’ que buscan exterminar al Pueblo de Dios/Elohim. Y del otro los santos que se angustian por lo que ven y oyen –como Lot en Sodoma-, los que esperan el bienaventurado Reino prometido. Y esa grieta prevalecerá hasta el último instante de este mundo. Por eso Pedro –cabeza y guía de la cátedra petrina- recomendaba esperar con entusiasmo el mundo venidero y no tener esperanzas en este. Y esta debiera ser la verdadera alegría que conmueva al Pueblo Santo. Fuimos/somos salvos por los Méritos de la cruz para recibir la herencia que anhelaba Abraham y que descenderá del Cielo. En ella debe de estar nuestro corazón y nuestra esperanza eterna. Y si con el pasar de los siglos de la Gracia lo hemos olvidado es tiempo de recordarlo.
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nota 1): ver el libro “EL REY DE REYES YAHWÉH-TSIDKENU Y SU REINO DE SACERDOTES GOBERNARÁ TODA LA TIERRA POR MIL AÑOS”, que puede bajarse en este sitio
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