esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó el 15 de noviembre de 2013:

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Mientras Jesús estaba en silencio en la tumba, Satanás y sus hordas se alegraban. Ellos pensaron que habían ganado una victoria irreversible, pero en todo momento, el plan predeterminado de Dios estuvo en marcha, ¡un plan para la vida resucitada!


El Señor envió a Su Espíritu Santo a las mismas entrañas de la muerte y allí el Espíritu vivificó el cuerpo de Jesús, levantándolo de los muertos. Nuestro bendito Salvador salió de la tumba, atravesando la gruesa piedra, con este testimonio:


«El que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades» (Apocalipsis 1:18). Cristo está diciendo: «¡Yo soy el que tiene la vida eterna! Estuve muerto, pero estoy vivo, ahora y para siempre. ¡Yo tengo en Mis manos las llaves de la vida y la muerte!»


El momento en que Jesús salió de la prisión de la muerte, se convirtió en la resurrección y la vida. Lo hizo no sólo para Sí, sino para todos los que  creyeran en Él desde ese día. Él nos trajo una vida de resurrección ¡más allá del poder de la muerte! Por lo tanto, ya no hay ninguna razón para que un cristiano tema a la muerte o la vea como un enemigo. Nuestro Señor la ha vencido por completo: «al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte» (Hechos 2:24).


Si has recibido a Jesús como tu Salvador y Señor, entonces Él vive en ti como el gran poder de la vida resucitada. El mismo poder de resurrección que Lo levantó de la tumba, te sustentará también. «¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros?» (2 Corintios 13:5). Tú tienes dentro de tu ser todo lo que está en Cristo, ¡una poderosa fuerza vital que Satanás no puede destruir!


«Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu» (Efesios 3:14-16).

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