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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó el 28 de junio de 2013:
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Zacarías 12:10 se refiere a la lluvia tardía prometida que precederá a la cosecha final. El Señor está esperando pacientemente hasta que Su lluvia tardía sea derramada ¡porque ésta producirá la cosecha final! A principios del siglo pasado, comenzó en Canadá un movimiento pentecostal llamado “Lluvia Tardía”. Duró quizás unos 40 ó 50 años. Hoy en día, quedan sólo unas pocas iglesias de la “Lluvia Tardía”. Sin embargo, aquellos que estaban involucrados en ese movimiento estaban convencidos de que ellos estaban experimentando el gran derramamiento final del Espíritu. Muchos dijeron: “¡Esto es!”. Pero el movimiento se disipó. Y otros tantos movimientos han venido y se han ido también. ¿Por qué? ¡Porque no estaban enfocados en la cosecha!
Muchos tal llamados movimientos del Espíritu Santo desaparecieron rápidamente porque estaban centrados en el hombre, enfocándose en dones, bendiciones, autosuperación y felicidad. Danzar, reír, rugir o cualquier otra manifestación atribuida al Espíritu Santo es sólo carnalidad a no ser que produzca un quebrantamiento en el corazón por los perdidos e inconversos. ¡Si es verdaderamente del Espíritu, resultará en un hambre e inclinación por alcanzar a un mundo perdido y moribundo!
Jesús hizo el vínculo entre la cosecha y las almas perdidas cuando dijo: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” (Mateo 9:38)
Cualquier verdadero derramamiento del Espíritu Santo se centrará en esta oración de Jesús. Y los pocos avivamientos documentados como genuinos todos fueron bendecidos con grandes cosechas de almas. ¡No hay un verdadero avivamiento sin una gran cosecha de almas perdidas!
Considera lo que sucedió como resultado de Joel 2:28. En Pentecostés, 3.000 personas fueron salvas en un día y más almas se añadían diariamente después. Estos creyentes en aquel entonces fueron lanzados por todo el mundo para que testificaran de Cristo a los perdidos.
“Hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque.” (Isaías 32:15) Isaías está diciendo aquí: “Cuando el Espíritu Santo viene, Él produce fruto para la cosecha. ¡Y las almas perdidas son ganadas en abundancia!”
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