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Julio 29, 2013
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by Gary Wilkerson
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Visité una iglesia en El Salvador, donde el ingreso promedio de los miembros es de cuatro dólares al día. Me quedé asombrado al enterarme de que las personas dan dos de sus dólares ganados a la caridad. Cuando les pregunté por qué dan tanto, todos ellos respondieron: “Porque Jesús nos dijo que diéramos a los pobres.”
Cuando les indiqué que ellos estaban pasando por necesidad, ellos respondieron: “¡Oh, no! Hemos sido bendecidos y en agradecimiento, queremos bendecir”.
Estos corazones no son impíos ni inflados de orgullo. ¿Podemos decir lo mismo de nosotros mismos? Como cristianos, ¿estaremos dispuestos a bendecir a otros cuando tenemos poco en nuestras propias cuentas? ¿O vamos a retroceder en lo que respecta a bendecir a otros como nosotros hemos sido bendecidos?
Los tiempos difíciles que vienen, revelarán la condición de nuestros corazones. Por primera vez en la historia, menos del 50% de los estadounidenses se identifican a sí mismos como creyentes de alguna clase. Esa cifra es aún más baja, un 30%, para las personas menores de treinta años. Muchos de éstos marcaron “ninguno” en el recuadro de “afiliación religiosa”. Se estima que dentro de una década esta generación estará completamente perdida en el secularismo y el ateísmo. Y la intolerancia hacia los cristianos sólo continuará en aumento.
¿Qué vamos a hacer con esto? El escritor de Hebreos contesta: “Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos” (Hebreos 10:32). Dios tornó los sufrimientos de aquellos primeros cristianos en herramientas de poder del Evangelio: “…por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo…el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá…mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (10:33-39).
Este es un pasaje difícil, sin duda, pero hay buenas nuevas contenidas aquí. Dios nos está diciendo que en medio de la creciente oscuridad, Él está haciendo algo glorioso, levantando una iglesia de los últimos días como testimonio de Su poder en tiempos difíciles.
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