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04/14/14
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by Gary Wilkerson
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El libro de Hebreos menciona dos tipos de testimonios. Todos preferimos el primer tipo, cuando los santos conquistaron reinos, destruyeron al enemigo y mataron gigantes. El segundo tipo de testimonio es completamente diferente: Cristianos que fueron aserrados, muertos de hambre, congelados, ocultos en cuevas.
Es demasiado fácil para los cristianos de hoy vivir según el testimonio de otros. ¿Con cuánta frecuencia terminamos diciendo: “¿Has oído acerca del despertar spiritual en África?” “La iglesia en los Estados Unidos hacen un gran trabajo entre los pobres” “Nuestra iglesia ha abierto sus puertas para alcanzar a los drogadictos”? Deberíamos regocijarnos en la fidelidad de aquéllos que hacen la diferencia en el nombre de Cristo, por supuesto, pero Pablo rehusó vivir a través de la obra de otros. “No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla” (2 Corintios 10:15).
Tú puedes pensar que tu vida no da la talla, que no mereces un testimonio digno de gloria, pero ése no es el asunto. Todo puede cambiar con una simple oración de fe. Hace poco, justo antes de predicar, una mujer en la iglesia me contó lo que le había sucedido esa semana. Luego de ser adicta a la marihuana por treintaiséis años, ¡Dios la libertó! Sucedió a través de una simple visita de dos ministros laicos a nuestra iglesia. Cuando ellos se sentaron para orar por ella, comenzó a sentir convicción de pecado por la droga que tenía en su apartamento, y al instante la arrojó.
La libertad de esta mujer es real y duradera. Ella obtuvo un testimonio digno de gloria acerca del poder de Dios para librar, y dos ministros laicos también son testigos. Dios los usó de una manera que no podríamos haberla planeado mejor. Los tres pueden decir: “Mira lo que ha hecho Dios en medio de nosotros hoy”.
Aun con el comienzo más pequeño, la fe empieza a levantarse en nuestros corazones. Nos damos cuenta: “Dios lo hizo la semana pasada y puede hacerlo otra vez esta semana”. Quiero gloriarme de que nuestra iglesia tiene ministros poderosamente efectivos que fueron levantados de esta manera, debido a que un individuo fue fiel en ayudar a una persona. En cada caso, el acto de lleno de oración de un creyente resultó en un ministerio de consejería, un ministerio de misericordia, un ministerio de discipulado y más. Esto es verdad para todo creyente. A medida que edificamos una historia de testimonios, nuestra fe crecerá y buscará de Dios, cosas mayores.
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