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Colaboración de
Juan José Fernández Granadosos
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Todo pasaje de la Palabra de Dios ha sido escrito con un propósito, las historias que encontramos en las Escrituras no fueron escritas para que la Biblia tuviera más páginas, fueron escritas para que nosotros pudiésemos conocer a Dios y aprender más.
En este estudio vamos a aprender lecciones de una ciudad cananea llamada Lais (llamada Lesem en Josué 19:47 y posteriormente Dan). Esta ciudad tuvo algunas características que hicieron que acabase destruida.
“Entonces aquellos cinco hombres salieron, y vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los de Sidón… Y estaban lejos de los sidonios, y no tenían negocios con nadie… Y ellos,… llegaron a Lais, al pueblo tranquilo y confiado; y los hirieron a filo de espada, y quemaron la ciudad. Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de Sidón, y no tenían negocios con nadie… Luego reedificaron la ciudad, y habitaron en ella.” (Jueces 18:7,27 y 28)
La Biblia nos dice que Lais era un pueblo:
1. Seguro
2. Ocioso
3. Tranquilo
4. Confiado
5. Aislado
Primera Puerta: Un pueblo seguro
Lais era un pueblo que se creía libre de todo daño, peligro o riesgo. Era un pueblo descuidado y desprevenido. No pensaban que podían ser atacados por otros pueblos, por eso no estaban preparados para luchar.
Nosotros necesitamos saber que estamos en una batalla y que tenemos un enemigo que quiere robarnos, destruirnos y matarnos.
El apóstol Pablo lo expresó muy bien:
“…para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.”
(2 Corintios 2:11)
El creyente no debe ser un ignorante acerca de las maquinaciones de Satanás, debe saber cómo usar toda la armadura de Dios para estar preparado para la batalla.
En cualquier momento podemos ser atacados, por eso debemos estar siempre preparados para que cuando el enemigo venga podamos salir victoriosos.
Segunda Puerta: Un pueblo ocioso
Lais era un pueblo desocupado, inactivo, sin trabajo.
La pasividad o la inactividad es una puerta abierta para que el diablo nos derrote.
Dios desea que sus hijos sean personas activas, personas que le buscan, personas que estudian su Palabra, personas que se congregan con otros creyentes, personas que predican, personas ocupadas trabajando en el Reino de Dios.
Tercera Puerta: Un pueblo tranquilo
Lais era un pueblo quieto y despreocupado. No les importaba si no estaban cumpliendo sus obligaciones, no eran conscientes de sus responsabilidades.
Nosotros debemos ser creyentes responsables que se esfuerzan en las cosas de Dios.
Cuarta Puerta: Un pueblo confiado
Este pueblo confiaba en sí mismo. Confiaba en su posición, en su suerte, en sus fuerzas . . . pero está confianza no vale para nada. La confianza debe estar puesta en Dios si queremos ser librados del mal.
Lais no estaba alerta, no estaba velando, Yeshua nos dijo: “Velad y orad”, velar es vigilar, es estar alerta.
Lais fue derrotada y si nosotros no velamos ni oramos vamos a ser también derrotados.
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar …” (I Pedro 5:8)
Quinta Puerta: Un pueblo aislado
Era un pueblo independiente y autosuficiente. No tenía negocios con nadie, no tenía tratos con nadie.
Un creyente no es un “Llanero Solitario”, el creyente necesita relacionarse con otras personas que compartan su misma fe en el Señor Yeshua. Nadie es autosuficiente, nos necesitamos los unos a los otros.
Jetro le dijo a Moisés:
“… porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.”
Éxodo 18:18
Moisés debía llevar a cabo el trabajo que Dios le había asignado PERO no podía hacerlo solo, necesitaba ayuda. De igual forma, todos necesitamos ayuda porque no lo podemos hacer solos.
Por tanto…
1. Preparémonos para la batalla.
2. Seamos activos.
3. Seamos responsables y esforcémonos.
4. Estemos alertas y confiemos en Dios.
5. Relacionemos con otros hermanos en la fe.
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