esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Muchas veces hemos citado en este sitio opiniones que alertan sobre el desencanto hacia la democracia liberal. Y también hemos escrito comentarios con base en las Escrituras mostrando que eso es precisamente lo que debía de suceder en vísperas del Reino. Generalmente se mencionan señales evidentes de que estamos en los últimos días, tales como terremotos, señales en el cielo y en la tierra o anuncio de catástrofes pronosticadas por la ciencia y recreadas por la ciencia ficcion. Y está bien, estas y otras señales existen y son un alerta profetico. Pero falta –o faltaba- darnos cuenta de que los paradigmas de la democracia liberal están siendo conmocionados y esto forma parte de las señales finales.

 

Desde hace ya tiempo las encuestas sobre la aceptación de lo que consideramos la cúspide de organización política que debiera de ser deseada por todas las personas de buena voluntad indican que la democracia liberal está en caida libre. Eso hace que muchos académicos y estudiosos de la política de todo nivel tomen nota de este desencanto sin atreverse a indicar salidas. Por ejemplo ya citamos en otro lugar la opinión de la socióloga holandesa, escritora y profesora destacada de la Universidad de Columbia Saskia Sassen, que en una conferencia en Oviedo bajo el sugestivo título de «Territorio, autoridad, derechos ¿Vamos hacia nuevos ensamblajes?» decía hace poco –2016-:

 

“… la ‘inestabilidad’ existente a nivel político en países como Reino Unido, Estados Unidos, Holanda o España –entre muchos otros agregaríamos nosotros hoy- debido a la existencia de una crisis de las democracias liberales que funcionaron bastante bien, nunca perfectamente, pero que ahora ya no dan más de sí».

 

Rematando con un comentario obvio aunque nos hemos resistido a aceptarlo:

 

“…si ningún sistema político formal puede durar para siempre ¿por qué lo va a hacer esta democracia liberal?

 

Y en el día de ayer aparece un artículo de Pilar Rahola, comentarista política que tiene la virtud de ser breve e incisiva, que tomando el toro por las astas dispara al final:

 

“La conclusión, de momento, es inquietante: nada parece indicar que la democracia será el sistema que dominará el mundo en el siglo XXI. Al contrario, puede perder la partida”

 

(colocamos el link de este articulo al final para una lectura completa)

 

Ahora bien, si la democracia ‘pierde la partida’ –y esto parece evidente- ¿por qué cosa será sustituida? Nos acercamos a un período de enorme convulsión similar a la caída del Ancien Régime en donde se buscaba un nuevo paradigma que decantó en la formula de Montesquieu: tres poderes del Estado mutuamente controlados y eleccion de las autoridades por el pueblo. Es decir, el ‘soberano’ sería ahora el pueblo, o, usando un termino mas preciso: el ciudadano. Y aunque tenemos empolvadas referencias del Ancien Régime reparemos que duró mil años en tanto que la democracia liberal en sus múltiples y variopintas formulaciones tiene un poco más de doscientos durante los cuales sufrió continuas y a veces lacerantes crisis nacionales y globales. Pero si este paradigma de Montesquieu no es el régimen político que asegurará una feliz convivencia y prosperidad en el siglo XXI ¿cuál es? Dice Daniel 7, 27 :

 

«…y el reino, el poder y la gloria de todos los reinos de la tierra, serán dados al pueblo del Dios altísimo. Su reino permanecerá para siempre, y todos los pueblos de la tierra le servirán y le obedecerán»

 

Aquí se habla de un Reino que gobernará sobre todos los reinos de la tierra –un sistema de gobierno ‘global’ según términos de hoy-. Y de un Pueblo que ejercerá ese dominio: el pueblo del Dios Altísimo, que sabemos que es un Pueblo Electo, no por hombres, sino por Dios ¡vaya cambio de paradigma! De hecho se dice en Isaías 2, 22:

 

“No pongan su confianza en los simples humanos; son tan frágiles como el aliento. ¿Qué valor tienen?”

 

En el paradigma democrático ponemos toda nuestra confianza en algo que es irremediablemente frágil ¿Cómo esperabamos un sistema de convivencia duradero? Y naturalmente que el nuevo paradigma global que anuncia este pasaje solo podrá llegar existir luego de una manifestación del Cielo: el retorno del Mesías/Mashíaj de ISRAEL que llamamos: Jesucristo, junto a Su Pueblo Electo ¡Maranhata! Nunca antes.

 

Resumiendo: aquello que se anuncia de muchas maneras -el colapso de la democracia liberal- es la antesala del Reino en donde finalmente gozaremos de la gloriosa libertad de los hijos de Dios que incluye la restauracion de toda la Creacion (Rom 8, 21). Pero antes de ese feliz amanecer tenemos que pasar por una oscura noche. Un cambio de paradigma exige que primero se apaguen los focos que daban credibilidad a este mundo.

 

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nota: “Democracia” Pilar Rahola – 6/07/2017-