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30/10/2015
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En el Antiguo Testamento las profecías sobre el Mesías/ Meshiaj tienen una dualidad aparentemente irreductible:
-> Por un lado hablan de alguien que sufriría mucho, que sería desfigurado, que sería enterrado en una tumba para ricos habiendo vivido humilde, que hablaría en parábolas para que no lo entendieran y otras cosas relativas a una vida muy poco «regia»,
-> Y por otro hablan de un Rey victorioso que vendría a liberar a la tierra que fue prometida a la descendencia legal de Abraham y a la ciudad de Jerusalem en momentos de agonía, inaugurando luego un Reino glorioso de alcance mundial.
El Rey glorioso y victorioso no podría ser también alguien que iba a ser desfigurado al punto de parecer una piltrafa humana. Y entonces los judíos obviaron el Siervo Sufriente y esperaron al Rey Libertador/Mesías de ISRAEL. Aun los discípulos aguardaban anhelantes que Jesús/Yeshua liderara una revuelta contra el Imperio Romano, pero en cambio Él marchó decidido hacia Su propia muerte. Y cuando fue humillado y martirizado en la cruz, los discípulos desilusionados y confusos tampoco esperaban que resucitara. Pero Jesús sí resucitó y se apareció entre ellos y les pidió que lo tocaran para que experimentasen que tenia carne y huesos –de otra naturaleza, es claro- y no era un espíritu sin cuerpo. Y, ya salidos del asombro, le preguntaron al final de esta inédita y estimulante convivencia con el Maestro resucitado: ¿restauraras el Reino de ISRAEL ahora? Pensaban que una cosa vendría después de la otra y que después de la gloriosa resurrección sería la vez -ahora si- del Rey/Mesías/Libertador.
Y otra vez no entendieron ya que el Resucitado fue elevado al cielo hasta perderse entre las nubes habiendo dejado la promesa de que vendría en Su Reino, pero que antes era necesario que anunciaran a todas las naciones todo lo que sucedió en su gloriosa manifestación como Hijo de Dios encarnado, es decir Su evangelio. Y en esa misión planetaria que les dejaba como tarea estaba implícito congregar a las diez tribus faltantes de ISRAEL, también llamadas ‘Efraín’ o ‘tribus de Jacob’, dispersas por el mundo a partir del año 722 a.C, sin las cuales no podría ser restaurado el Reino por el cual habían preguntado. Es decir, si Jesús/Yeshua era realmente el Mesías/Meshiaj de «todo ISRAEL» debía congregar a las doce tribus en Sión, y diez estaban dispersas. Este era el objetivo de la misión apostólica que debía alcanzar el mundo entero. Y este contexto nos trae hasta los días de hoy en que el evangelio ya alcanzo sobradamente a todas las naciones.
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Las profecías sobre la venida del Rey/Mesías/Libertador involucran a muchas naciones que marcharán sobre la Tierra Prometida y sobre la ciudad de Jerusalem y la tomarán (y otras señales, naturalmente, pero esta es determinante). Esto implica manejar la historia de forma que fluya hacia esa invasión final que provocará la manifestación gloriosa de un poderoso Rey Libertador. Tiene que haber un país ocupado y Jerusalem cautiva para que haya una liberación y la profecía se refiere vivamente a esto. Pero hay eventos precedentes y son los que queremos poner en relevancia. Lo mas “raro” de las guerras de W. Bush no fue la invasión de Irak a pesar de los aspavientos periodísticas sobre ella. El padre de W. Bush ya había invadido el país de Saddam Hussein, un maleante internacional con una guerra contra Irán que costó un millón de bajas y un intento de anexión de Kuwait. Lo realmente extraño –históricamente hablando- es lo que sucedió antes: que se produjera un casus belis que ameritara la expedición militar de EEUU a Afganistán. Esta fue la punta del hilo conductor de las guerras finales que hoy vemos.
Vamos el análisis profético: Afga, el fundador de ese país, fue preboste del rey Salomón., es decir, un alto funcionario que emigró a esas tierras luego de su muerte. Y era de la tribu de Benjamín (como el apóstol Pablo). Los descendientes de Afga fueron los pasthun, la casta gobernante de Afganistán. A esta casta pertenece Karzai, el primer presidente luego de la liberación y también el antiguo rey de Afganistán que hicieron volver por esos días. Afganistán es entonces un reducto de descendientes de Benjamín, de israelitas, y para esto basta comprobar que allí existen numerosos nombres de origen bíblico y los afganos oran (infelizmente a Alá) con un leve balanceo, como los judíos. Por su parte EEUU es un reducto de descendientes de José, único hermano de Benjamín por parte de padre y madre, ya que Jacob tuvo dos esposas.
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¿Tiene esto algo que ver con la «guerra» de Afganistán? Pues sí: José –uno de los doce patriarcas de ISRAEL- fue odiado por sus hermanos que lo vendieron secretamente a una caravana de ismaelitas que pasaba por el lugar rumbo a Egipto cuando cuidaban ovejas lejos de la tienda de su padre -Jacob-. Y Benjamín, el hermano mas pequeño, había quedado con su padre. Y luego la caravana de comerciantes vendió a Jasé a un alto funcionario egipcio. Y sabemos que andando el tiempo Jose se convirtió en visir de Egipto y los hermanos que lo habían odiado se presentaron ante él para comprar trigo ya que en Canaán había hambruna. Los hermanos no lo reconocieron pero José sí y nada dijo ya que Benjamín no había venido con ellos, había quedado con su padre, y ansiaba verlo. Y entonces urdió un plan: dijo a sus hermanos que no les vendería trigo si no traían consigo a Benjamín. Y luego de muchas vueltas se le trajeron. Entonces José abrazo a Benjamín, lloró, y luego se dio a conocer a los otros diez diciéndoles que no les guardaba rencor alguno, que nada temieran y que todo -es decir el haberlo vendido a una caravana de ismaelitas, el dolor producido a su padre y su propio sufrimiento- había sido obra de Dios para salvación en este momento critico. E hizo venir a su padre Jacob e instaló a toda su familia en el lugar mas fértil de Egipto.
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Pues bien, sin el encuentro de José y Benjamín -EEUU y Afganistán en los días de hoy- no podía producirse la salvación de toda la familia de Jacob, es decir de «todo ISRAEL» según el lenguaje de los versículos posteriores a Romanos 11:25 en donde aparece esta expresión -«todo ISRAEL»- vinculada a lo que sucedería después de que la «plenitud de los gentiles» entrara en el Nuevo Pacto. Este es el misterio que habría de revelarse antes de la restauración del reino de ISRAEL en los últimos días. Y por eso la “guerra” de Afganistán -que en realidad fue la guerra contra los talibanes y Alqueda, organización terrorista árabe que había copado Afganistán- debió de ser planeada en las alturas por el Autor de la historia, cuando en su reloj hubo llegado el tiempo de la restauración prometida del Tabernáculo de David/Reino de los Cielos. Jose dijo en sus días que todo lo que había pasado, por absurdo que pareciese, había sido obra de Dios. Hoy sucede lo mismo, vemos una sucesión de hechos aparentemente absurdos que han provocado cataratas de tinta sin poder explicarlos. Esto solo pudo ser planeado por Dios/Elohim, Autor de la historia. Y estos hechos aparentemente absurdos -paradójicos- nos llevarán, en medio del dolor de la anunciada ‘angustia de Jacob’, a la restauración del Reino de ISRAEL de doce tribus por el cual preguntaron los discípulos.
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Y es por esto que Dios/Elohim -YaHWéH- permitió la aparicion de algo tan abominable como ISIS(Daesh), incomprensible en el plano de la historia secular, provocando así la extraña y variopinta coalición de naciones que se aglomera hoy al norte de la tierra que le fue prometida a la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob. Y una parte de esas naciones emprenderá finalmente una invasión sobre el hoy ‘Estado de Israel’ invocando la bandera irresistible de la consecución definitiva de la ‘paz y seguridad’ planetaria que será muy bien vista por una mayoría anímicamente preparada por el cóctel envenenado de shocks a la que esta siendo sometida ya que en su falta de fe no tiene el bálsamo de la ‘viva esperanza’ del Reino.
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Y entonces vendrá el Rey/Libertador.
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La expedición de EEUU a Afganistán fue el encuentro de Jose y Benjamín y dio la campanada inicial para el desarrollo de los sucesos finales: la restauración del Reino de ISRAEL de doce tribus que será la nación líder del mundo venidero. Y luego vino la guerra de Irak y los confusos sucesos actuales -que analizamos en otros estudios- en territorios minados por la profecía. Cuando finalmente se decante una coalición de naciones que avance sobre Jerusalem sabremos que el Mesías/Rey/ Libertador está prestes a manifestarse.
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¡Maranatha!
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