esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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tomado del libro, ‘LA PASCUA FINAL’

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En Mateo 1, 21 se lee: ‘María tendrá un hijo y lo llamarán Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados’. Y esta es la clave, la salida de Egipto liberó a los hijos de Jacob/Israel de una esclavitud externa, pero el Nuevo Camino/segundo éxodo los libera  de una esclavitud interna donando vida eterna (Rom 8, 21) -y hace extensivas estas cosas a toda la humanidad-. Leemos en Hebreos 10, 20:

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por su muerte, Jesús abrió un nuevo camino —un camino que da vida— a través de la cortina al Lugar Santísimo

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y esto se explica antes (v. 9- 10):

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Él anula el primer pacto para que el segundo entre en vigencia. Pues la voluntad de Dios fue que el sacrificio del cuerpo de Jesucristo nos hiciera santos, una vez y para siempre.

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Y otra versión de Hebreos 10, 19-20 dice:

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así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el Lugar santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne

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Esto quiere decir que Jesús/Yeshua es el Cordero Pascual del Nuevo Pésaj/Nuevo Camino/segundo éxodo y con Su Sacrificio libremente aceptado (Ju 10, 18) nos introduce en dimensiones celestiales que no estuvieron presentes –o no se introdujo y camino por ellas- en el primer éxodo, o primer Pacto. Su muerte sacrificial rasgó el velo que ocultaba el Santísimo del Templo terrenal (Mat 27, 51), y puso a nuestro alcance el Santísimo Celestial en donde ahora mismo ministra como Sumo Sacerdote a la manera de Melquisedec. Esto se dice en Hebreos 6, 19-20 en donde se habla de lo que sucede a partir de la fe/esperanza en el poder purificador de la cruz:

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esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios. Jesús ya entró allí por nosotros. Él ha llegado a ser nuestro eterno Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec.

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de modo que cuando miramos el crucifijo estamos viendo un portal a través del cual –‘por su carne’-entramos en el Santísimo Celestial que además,desciende como santo rocío sobre los hijos de Israel/casa de Israel del destierro en multitud de Sagrarios en todo el mundo. Veamos reverentes este portal al Santísimo Celestial:

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En el día de ayer –escribo el 19/02/2018- se conoció una exhortación del arzobispo Hoser -enviado pastoral del papa Francisco a Medjugorje- que comienza así:

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“En cada iglesia, en cada capilla, el milagro de la Encarnación del Hijo de Dios, el milagro del Nacimiento de Dios, se produce cuando el sacerdote pronuncia las palabras «Este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre». El Hijo de Dios desciende sobre el altar en su Cuerpo vivo y verdadero: está cerca, permite que lo veamos con los ojos de la fe, con los ojos de María y José, de los pastores y de los reyes”

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Nos parece una declaración conmovedora: cuando entramos en un templo dedicado a la fe cristiana tenemos tres posibles visiones;

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↬si miramos hacia la imagen de la Virgen nos recuerda la Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios/Elohim,

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↬si miramos hacia la cruz nos recuerda Su Sacrificio expiatorio,

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↬ y si el templo es románico o bizantino – principalmente- habremos visto en su fachada al entrar o pintado en su interior la figura del Pantocrátor: el Cristo Rey resucitado y entronizado como Rey del mundo y del universo.

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Y hay una cuarta visión:

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↬la hostia consagrada, el Cristo Eucaristía, el Mana del segundo éxodo que escandalizó a quienes escucharon esta declaración por primera vez de Su boca (Ju 6, 51-52).

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Es decir que en ‘cada iglesia y capilla’ –al decir del arzobispo Hoser- volvemos a tener al Hijo de María y a Su Sacrificio, y de ellos emerge el Sumo Sacerdote que ministra ahora mismo en el Santísimo celestial y que presidirá todo el mundo venidero (Ap 5, 13). Y esta Manifestación/Presencia del Mashíaj de ISRAEL/Hijo de Dios/Elohim a los hijos de Israel/casa de Israel en el destierro es la que estaba prometida en Ezequiel 11, 16-18:

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aunque los he esparcido entre las naciones del mundo, sin embargo, yo seré un santuario para ustedes por el tiempo que estén allí,

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y el pasaje termina con una afirmación que frecuentemente olvidamos:

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y algún día los juntaré de entre las naciones donde están esparcidos y les haré volver de nuevo a la tierra de Israel. Y cuando vuelvan, quitarán todo rastro de toda esta horrible idolatría que está practicándose en la actualidad

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De modo que si recibimos el Mana prodigioso guardado en los Sagrarios de iglesias y capillas recordemos estas palabras: ‘yo seré un santuario para ustedes’ y es ‘por Su carne/cuerpo sacrificado’ que entramos en el Santísimo Celestial adonde Él Mismo está ahora (Heb 10, 19-20). Y también tengamos el entendimiento de que al recibir ese Maná prodigioso reavivamos la promesa de retorno a nuestra tierra –Sion revestida de Gloria Celestial- limpios ya de toda idolatría y para siempre.

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En el pasaje de Romanos 6, 12-14 el apóstol Pablo se dirige a quienes ya han elegido transitar el Nuevo Camino y dice:

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no permitan que el pecado reine en su cuerpo, el cual está sujeto a la muerte… En cambio, entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos pero ahora tienen una vida nueva… El pecado ya no es más su amo… En cambio, viven en la libertad de la gracia de Dios.

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Y esto significa liberación de un amo diferente al terco e impío faraón aunque igualmente empedernido. La admirable promesa de resurrección viene junto con el perdón de pecados por la fe en el Crucificado con Quien morimos y también resucitamos en el bautismo (Rom 6, 4):

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por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.

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Cristo/Mashíaj de ISRAEL es el ‘primogénito de entre los muertos’ (Col 1, 18) y ciertamente despertaremos a Su Semejanza (1 Ju 3, 2; Sal 17, 15). La Iglesia es la ‘congregación de los primogénitos’ (Heb 11, 23) del segundo éxodo, los que serán salvos de la Ira final de la cual las plagas de Egipto son solo una sombra. En la cita que encabeza este capítulo leímos que ‘él salvará a su pueblo de sus pecados’. Es decir que quien será salvo de sus transgresiones es el pueblo nacido en el primer éxodo –ISRAEL- ya que solo este es el Pueblo de YaHWéH. Cuando recibimos a Jesús/Yeshua en nuestro corazón, aunque lo llamemos ‘Cristo’ -según la expresión griega para ‘Ungido’- nos convertimos en parte de ese Pueblo/Nación creado por YaHWéH para Sí Mismo en las faldas del Sinaí: entonces somos israelitas renacidos.

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sigue en:

EL SEGUNDO ÉXODO DE ISRAEL ES A TRAVES DE LAS LLAGAS DE CRISTO (II)

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