esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó hoy: 14 de agosto del 2012:

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Jesús vino a la tierra como un hombre para redimir a la humanidad del pecado y de todo tipo de esclavitud y condenación; este hecho se ha establecido en las mentes y los corazones de la mayoría de los cristianos, pero Cristo vino al mundo para revelarnos el Padre celestial.


Jesús dijo a sus discípulos: «El Padre me ha enviado» (Juan 5:36). Él dijo: «Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta… Yo no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me envió» (versículo 30). Y finalmente dijo, «yo voy al Padre» (14:12).


Escuche atentamente lo que Jesús está diciendo: «Salí del Padre y mientras estoy aquí solo hago su voluntad.  Pronto volveré a mi Padre.»


Jesús dijo que su vida entera se trataba acerca del Padre celestial: su venida a la tierra, su propósito al estar aquí y su regreso: todo para revelar al Padre.


«No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre… El Padre… le muestra todas las cosas que Él hace» (Juan 5:19-20).


Jesús dijo que Él no tenía voluntad propia, que no hizo nada en la tierra, excepto la voluntad de su Padre. En efecto, Cristo les dijo a los fariseos: «Miren mi vida, mi ministerio, todos los milagros y las buenas obras que yo hago, y verán al Padre celestial. Todo lo que hago es un reflejo de quién es Él y todo ha tenido la intención de revelarles al Padre.»


«Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo» (Mateo 11:27).


Jesús está diciendo aquí, «Es imposible que usted sepa quién es el Padre a menos que yo lo quiera revelar a usted. Usted no puede conseguir la revelación por su cuenta con sólo leer la Biblia o ir a la iglesia. Yo debo revelarles al Padre.»


«Nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14:6).

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