esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

 

UN MENSAJE PARA LA IGLESIA
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Dos discípulos caminaban hacia Emaus discutiendo en medio de profundo abatimiento. Su Maestro, el que habían supuesto que era  Mashíaj de ISRAEL, luego del escándalo de haberse entregado sin resistencia a muerte de Cruz había amanecido al tercer día su tumba abierta, vacía, sin el Cuerpo, y no sabían en donde estaba. Y además Simón/Pedro y las mujeres habían visto ángeles en el lugar. Demasiadas circunstancias de fuerte impacto que no podían asimilar y de las cuales querían extraer algún significado. Y estando en esas tensas cavilaciones se une a su caminar el Resucitado luego de haber hecho caer sobre ellos un velo para no ser Reconocido -véase que Se presenta primero a los discípulos y no a los apóstoles-. Y Les dice:
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¿que discusiones son estas que tenéis entre vosotros mientras vais andando?
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Pregunta que muy bien podríamos trasladar a la Iglesia perpleja y peregrina de hoy. Y luego de que ellos se explican reciben palabras muy duras del Entrometido:
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¡oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!

 

en otras versiones se dice ‘necios’, palabra muy poco cariñosa que deben haberla sentido como una bofetada. Y a continuación les explica las Escrituras al punto de hacerles arder el corazón dejándolos, suponemos, estupefactos. Y sabemos lo que vino después: invitaron al Entrometido a quedarse bajo su techo porque la noche había caído y en el partir el pan les fue corrido el velo y Lo reconocieron. ¡Vaya sorpresa, en verdad había resucitado! Y entonces sin demora volvieron sobre sus pasos y corrieron gozosos hacia Jerusalem.
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Ahora bien. el significado mas lato de la palabra ‘conversión’ es ‘cambiar de dirección’. La RAE la define como: ‘mutación del frente de una fila, girando sobre uno de sus extremos’. Más simple es la expresión: ‘girar sobre los talones’. Y también ‘conversión’ tiene un segundo significado: ‘transformación de alguien o de algo en cierta cosa que antes no era’. Y ambos perfiles se aplican a lo que sucedió con los dos discípulos: cambiaron de dirección y se transformaron. De la duda pasaron a la certeza, de la perplejidad al convencimiento, del abatimiento al gozo, de caminar a correr como la Virgen hacia Elizabeth cuando recibió el Milagro en sus entrañas.
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Y Emaus significa ‘primavera templada’, es decir un medio término, ‘tibio’ (Ap, 3, 16). Los discípulos caminantes tenían algunas certezas: habían visto el ministerio en Palabras y Obras del Maestro, fueron testigos temerosos de la Crucifixión y asombrados de la tumba vacía, pero no acertaban a discernir como seguirían las cosas porque estaban flojos en profecía y por eso discutían. Y esta flojera los hacia ‘tibios’. Algo de eso sucede con la Iglesia hoy: tiene certezas preciosas y ya muy conocidas por sus fieles, pero no se conmueve con la palabra profetica y musita una Palabra ya muy masticada, previsible, a veces pueril, que no hace arder el corazón de nadie aunque busca el agrado de todos -y recordemos que la Virgen es la Reina de los profetas-. No es que diga cosas erradas -¡aunque a veces si!- sino que hace falta sazón profética al mensaje que viene desde el Vaticano, unción nueva, visión de lo Alto ¿No son estos días apropiados para que en la Plaza de San Pedro resuene algo así?:
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pero el día del Señor llegará tan inesperadamente como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán con un terrible estruendo, y los mismos elementos se consumirán en el fuego, y la tierra con todo lo que hay en ella quedará sometida a juicio.
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¿Imaginan estas palabras en la augusta Plaza de San Pedro? No, seguro que no, como estimulo al turismo son pésimas. Y siguen así:

dado que todo lo que nos rodea será destruido de esta manera, ¡cómo no llevar una vida santa y vivir en obediencia a Dios!`
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Y entonces la Plaza quedaría en profundo silencio, anonadada. Y es que estamos caminando rumbo a la ‘primavera templada’, la ‘ternura’, al cálido abrazo ‘tolerante’ con quien cuadre, la sujeción amigable a los dictados de la ONU y sus demandas falsificadas sobre el clima y la confraternidad universal. Y entonces no hay que ir a contramano de ese rumbo tan placentera aunque se erizen las discusiones internas. Y para que el mundo, o el mundanismo, vea que puede contar con nosotros inventamos cosas tan abstrusas como ‘conversión ecológica’ vinculando esta confusión lingüística con casi todo como si fuera la piedra filosofal en el intuito obstinado de salvar este mundo que de todos modos será quemado, junto con todas sus obras, como escribió el apóstol cuyo martirio fue presenciado por el obelisco en medio de la Plaza -según se nos dice- y su cuerpo yace un poco más allá. Y a pesar de este contoneo semántico Greta -la jovencita de 16 años de ceño fruncido que tiene edad para ser inmadura y hasta le sienta bien- nos robo la tapa del TIME. Dice Jeremías 6, 14:
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curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: «Paz, paz», pero no hay paz.
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Se hace necesario ya girar sobre nuestros talones y correr hacia la Ciudad del Gran Rey y la verdadera Paz venidera. Es preciso desempolvar la profecía. La noche se acerca y urge que el Resucitado se revele, nos amoneste, nos enseñe y convierta nuestro mediático camino hacia Emaus en una corrida gozosa hacia la Nueva Jerusalem con el corazón ardiendo por la palabra profética. Un velo parece haber caído sobre el Vaticano preso ya de demasiadas grietas mientras confraterniza a agenda completa con líderes mundiales a quienes se les toca una trompeta desafinada (1 Cor 14, 8). Y esto quizás sea parte de lo que debamos discernir. Precisamos la conversión completa -en todos los sentidos- de Emaus a Jerusalem.

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