esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó hoy: 20 de noviembre de 2012

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La historia de la fiesta judía del Jubileo se encuentra en Levítico 25. Esta celebración comienza con el mandamiento del Señor para que Israel le permita descansar a las tierras de cultivo cada siete años. El séptimo año iba a ser un año sabático en el que la tierra reposaría en barbecho. Durante ese año, la gente no sembraría, cosecharía ni recolectaría frutos de ningún tipo: «Durante seis años sembrarás tus campos, podarás tus viñas y cosecharás sus productos; pero llegado el séptimo año la tierra gozará de un año de reposo en honor al Señor. No sembrarás tus campos ni podarás tus viñas»(Levítico 25:3-4).


Dios estaba literalmente clausurando toda actividad agrícola por todo un año. Eso significaba que Israel tendría que vivir durante ese período sin ningún medio visible de apoyo; tendrían que poner sus vidas por completo en las manos
de Dios, confiando en Él para todo su provisión.


Por supuesto, eso requiere mucha fe, piense en esto: Durante un año no habría cultivos para la alimentación, ninguna cosecha de granos para alimentar al ganado, no habría trabajo para los agricultores ni para los encargados del viñedo. Hoy la mayoría de cristianos entrarían en pánico después de sólo una semana de esto, y ¡que tal un año! De hecho, los israelitas se preguntaban: «¿Qué vamos a hacer para la comida durante el séptimo año, ¿Cómo vamos a alimentar a nuestras familias y nuestro ganado? Consumiremos todo lo que tenemos en el sexto año, justo antes del año sabático. ¿Se supone que debemos quedarnos de brazos cruzados mientras nuestros hijos pasan hambre? ¿Dios realmente espera que nosotros veamos podrir las uvas en la vid?»


Sin embargo, Dios tenía un propósito claro al ordenar un año sabático para la tierra. Se suponía que debía revelar su fidelidad a su pueblo. «Si acaso se preguntan: “¿Qué comeremos en el séptimo año, si no plantamos ni cosechamos nuestros productos?”, déjenme decirles que en el sexto año les enviaré una bendición tan grande que la tierra  producirá como para tres años» (versículos 20-21).


¡Qué increíble promesa! Dios garantizaba a Israel una cosecha triple (ver versículo 22) «Si solamente te paras en fe y confías en mí, yo te dará una cosecha durante el sexto año que te proporcionará suficientes provisiones para tres años»
Creo que el Señor está diciendo algo importante aquí. Y es que, no importa cuáles sean nuestras circunstancias, Él  siempre provee para aquellos que confían y obedecen.

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