esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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1. «La oración es la elevación de nuestro corazón a Dios, una dulce conversación entre la criatura y su Creador».


2. «Con la oración todo lo podéis, sois dueños, por decirlo así, del querer de Dios».


3. «La oración abre los ojos del alma, le hace sentir la magnitud de su miseria, la necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad».


4. «Todos los males que nos agobian en la tierra vienen precisamente de que  no oramos o lo hacemos mal».


5. «Todos los santos comenzaron su conversión por la oración y por ella perseveraron; y todos los condenados se perdieron por su negligencia en la oración. Digo, pues, que la oración nos es absolutamente necesaria para perseverar».


6.-«El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo».


7.-«La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón  puro  y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo  embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable».


8.- «Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciones en las  horas de prueba, en los momentos en que sentimos el ataque de la tentación».


9.- «Nuestras oraciones han de ser hechas con confianza, y con una esperanza firme de que Dios puede y quiere concedernos lo que le pedimos, mientras se lo supliquemos debidamente».


10.- «La tercera condición que debe reunir la oración para ser agradable a Dios, es la  perseverancia. Muchas veces que el Señor no nos concede enseguida lo que pedimos; esto lo hace para que lo deseemos con más ardor, o para que apreciemos mejor lo que vale. Tal retraso no es una negativa, sino una prueba que nos dispone a recibir más abundantemente lo que pedimos». (Sermón sobre la oración).


«Cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro».


Juan Maria Vianney
(Cura de Ars)

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