esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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El escritor y periodista Gonzalo Altozano, durante años vinculado al Grupo Intereconomía, ha trabajado de forma multifacética en prensa (fue director de Alba), radio (Los últimos de Filipinas) y televisión (Dando caña o No es bueno que Dios esté solo), y es también autor de libros como No es bueno que Dios esté solo (cien entrevistas sobre Dios) y No me rindo (junto con Santiago Abascal). Recientemente viajó a la localidad Bosnia de Medjugorje, hoy uno de los grandes lugares de peregrinación mariana en Europa. Compartimos el testimonio-crónica de esa visita. Y al final compartimos un video documental sobre Medjugorje.


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Pues en Medjugorje…


Puede que no veas naves en llamas más allá de Orión ni rayos-c brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser, pero Medjugorje es uno de esos sitios en los que verás cosas que los demás no creerán: verás bailar el sol en mitad de un arco iris perfecto uno de esos mediodías sin lluvia y con un cielo color azul vacaciones; una mañana te levantará un temblor, una sacudida, como si por debajo de la cama hubiera pasado la línea 4 de metro; olerás rosas en lo alto de un monte donde solo hay polvo y unos pedruscos enormes que parece van a partirse en dos por el calor; de noche oirás, estremecido, los alaridos de los endemoniados en la hora santa de la Hora Santa (es la fe de los demonios). Pero nada de esto puede compararse con lo que acontecerá en tu corazón.

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Tiene gracia. Años y años oyendo hablar del sitio y ni ganas de dejarse caer por ahí. Primero le echas la culpa al documental aquel cuyos testimonios de alipori te llevaron a pensar que una semana a todo plan en el Hotel Bellagio de Las Vegas haría más por la salvación de tu alma que Medjugorje. Luego lamentas no haberte hecho antes con los libros de Jesús García, hoy leídos, subrayados y con anotaciones en los márgenes. Pero enseguida caes en que a Medjugorje fuiste cuando tocó ir, ni antes ni después. Entonces te das cuenta de que, aunque protagonista, no eres el único autor de tu historia. Porque, y esta es una de las grandes enseñanzas del viaje, todos tenemos una historia -nuestra historia- personal e intransferible. Lo importante no es si la historia da o no para una película, y si da, si esta se rodaría en Hollywood o en los Estudios Chamartín. Lo importante es que hasta el último momento podemos incluirla en la Historia de la Salvación, siquiera como spin-off, como secuela, siquiera como nota a pie de página.

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Si por sus paisajes fuera, no hubiera sido posible incluir Medjugorje en los folletos de las agencias de viaje ni sobornando a los funcionarios de la oficina de turismo de Bosnia-Herzegovina. Y, sin embargo, pocos destinos en el mundo se hacen tan acreedores del reclamo publicitario “ven y cuéntalo”. Son millones los que se han acercado a este pueblito -de nombre tan áspero como su orografía- desde que el 24 de agosto de 1981 la Virgen María, cuentan, se apareció por primera vez a seis niños. En verano, el grueso de peregrinos lo forman jóvenes de todo el mundo, lo mismo que el grueso de turistas que han hecho de la playa de Magaluf, en Palma, un destino al que, por decencia, no se atreverían a ir ni los vecinos de Sodoma y Gomorra. Al igual que los de Magaluf, los chicos de Medjugorje también están dispuestos a jugarse la vida, solo que por una cosa más seria que saltar borrachos del balcón a la piscina del hotel. En Medjugorje se vive a tope el viejo consejo del Eclesiastés que ya tardan en apropiarse, adulterándolo, Abercrombie & Fitch y la MTV: “Regocíjate, joven, en tu juventud”. Estos chicos y chicas están llenos de vida, cómo no iban a salir de aquí bonitas historias de amor.

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Toca ahora no defraudar -o no defraudar a toda prisa- los propósitos hechos durante el viaje. A quien sí defraudaremos seguro será a los que nos pregunten qué fue lo más acalambrante que nos sucedió y le contemos la mañana cuando se nos estalló el bote de champú en la mochila y, en lugar, de declararle la guerra a la firma Álvarez Gómez (y, por elevación, al resto del mundo), le dimos al suceso la importancia que tenía, o sea, ninguna, tanto fue el sentido de la mesura, de la realidad, que experimentamos yendo a Medjugorje, y en Medjugorje, y volviendo de Medjugorje. Toca también ahora responder a la batería de preguntas acerca de qué pasa en Medjugorje, y hacerlo con el temor -y el temblor- del que llamaban a declarar ante el Tribunal del Santo Oficio o sometían a un interrogatorio en la UDBA, la antigua policía secreta yugoslava. De una sola pregunta tenemos clara la respuesta. ¿Medjugorje cosa del demonio? Será entonces que el demonio ha hecho cursillos de cristiandad.

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(tomado de ROSAS PARA LA GOSPA)

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VIDEO DOCUMENTAL SOBRE MEDJUGORJE:

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https://www.youtube.com/watch?v=1NbnyH4waXA#t=212

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