esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Colaboración de
Juan José Fernández Granados

Ministerio Luz a las naciones

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Muchas veces creemos que sabemos quiénes somos, pero nos estamos engañando. Muchas veces no somos lo que creemos que somos, muchas veces no somos lo que pensamos que somos, muchas veces no somos lo que decimos que somos. ¿Quién soy realmente? ¿Hay algo objetivo que nos pueda indicar quienes somos realmente?

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Muchas veces la gente dice cosas de nosotros que no son ciertas, por tanto, no somos lo que otros puedan decir de nosotros. Con las personas que nos relacionamos solemos comportarnos de forma distinta, solemos hablar de forma distinta, cuando hablamos con nuestra familia hablamos de una forma y cuando hablamos con nuestro jefe hablamos de una forma diferente, cuando hablamos con nuestro vecino hablamos de una forma, cuando hablamos con un extraño hablamos de otra forma, por tanto, nadie puede decirnos quienes somos realmente, solamente mediante nuestro fruto y obras podemos averiguar quiénes somos realmente.

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Algunas personas confunden lo que quieren ser con lo que realmente son, muchas veces tenemos buenos deseos y buenas intenciones, pero eso no marca quienes somos en el presente.

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Es importante saber quiénes somos, por tanto, tenemos que observar lo que hacemos, tenemos que observar nuestras acciones y nuestras obras. Nuestras obras marcan lo que somos, hay un dicho que dice que: las acciones hablan más alto que nuestras palabras. Dios NO nos va a juzgar por lo que queríamos hacer, por nuestras intenciones, Dios nos juzgará por nuestras obras. Vivimos en un mundo lleno de engaño, lleno de buenas apariencias e intenciones, pero lo que marca la diferencia son nuestras obras. Hay tres tipos de creyentes:

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-> Los que hablan mucho, pero NO hacen la voluntad de Dios. Yeshua nos habla de este tipo de personas.

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“No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”
Mateo 7:21

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-> Los que hablan y hacen la voluntad de Dios, PERO con motivos incorrectos.

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“Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres . . . Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres.”
Mateo 6:2 y 5

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-> Los que no hablan, pero hacen la voluntad de Dios. Este tipo de personas tiene la motivación correcta.

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“Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará . . . Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.”
Mateo 6:3,4 y 6

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Estos creyentes hacen la voluntad  de Dios por amor, no les importa lo que otros vean o no vean, piensen o no piensen, digan o no digan, este tipo de creyentes oyen y hacen sin tener que tocar la trompeta.

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Yeshua nos dice que el hombre sabio es el que oye y hace la voluntad de Dios, hay muchos que hablan de Dios, hablan de la Biblia, estudian hebreo, oran gritando, pero NO hacen la voluntad de Dios.

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“Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca . . .”
Mateo 7:24

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Durante mucho tiempo se ha dicho que lo importante es creer lo correcto y que las obras no importan, esto es falso, las obras son MUY importantes, las obras muestran lo que somos. Yeshua dijo por “sus frutos los conoceréis”, no dijo por sus creencias ni por sus doctrinas.

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Si nos quedamos solamente con las obras, podemos caer en el error de comenzar a hacer obras con una motivación incorrecta, por eso, en el principio dije que por nuestro fruto Y nuestras obras sabemos quiénes somos realmente.

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Detrás de las obras que hacemos debe haber un buen fruto y para tener buenos frutos debemos estar plantados junto a corrientes de aguas, debemos alimentarnos de su Palabra, de su Presencia, de su amor, de su gracia, de su poder . . . debemos estar conectados con la raíz, con la fuente de nuestras vidas: Yeshua.

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Puedo dar limosna para que me vea la gente, para acallar mi conciencia, para mostrar que soy bueno o puedo dar limosna porque hay amor en mi corazón hacia mi prójimo . . . puedo predicar el evangelio por obligación o puedo predicar porque amo a mi prójimo y quiero bendecirle . . . el fruto marca nuestra obra . . . detrás de cada acción hay un fruto que nos capacita para llevar a cabo dicha acción . . .

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Yeshua mostró lo que era por su fruto y por todo lo que hizo por nosotros, se burlaron de él, fue traicionado, fue golpeado, fue humillado y él clamó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34)  . . . incluso cuando las mujeres lloraban por él, él les dijo: “no lloréis por mí, Hijas de Jerusalén; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos” (Lucas 23:28). Yeshua hizo todo lo que hizo por su amor hacia nosotros, su amor estaba detrás de todo lo que hizo. Yeshua pudo bajar de la cruz cuando se lo pidieron, pero él decidió morir en la cruz, Yeshua pudo defenderse cuando fueron a arrestarle, pero él no abrió su boca, como cordero fue llevado al  matadero.

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En los momentos más difíciles es cuando se nos ve el plumero, es cuando somos nosotros mismos: ¿amamos a Dios o no? ¿Amamos a nuestro prójimo o no? ¿Tenemos confianza o no? . . . en los momentos más difíciles de su vida, Yeshua nos mostró sus frutos y sus obras, nos mostró quién era.

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Dios es amor, todo lo que hace lo hace por amor, Yeshua nos amó, todo lo que hizo lo hizo por amor, nosotros debemos hacer todo lo que hagamos por amor. Debemos recordar los dos principales mandamientos:

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“El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.”
Marcos 12:29-31

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Todo lo que hagamos debemos hacerlo por amor: amor a Dios y amor a nuestro prójimo.

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Dios dio a su Hijo por amor . . . Yeshua, nuestro Pastor, murió por nosotros por amor.

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“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Juan 3:16

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“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas . . . Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.”
Juan 10:11, 14 y 15

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“. . . lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Gálatas 2:20

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Cuando una persona no-creyente nos mira, debería ver amor en nuestras vidas, porque el amor es lo que nos diferencia, por el amor nos conocerán . . . si permanecemos en amor, permanecemos en Dios . . .

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“Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él . . . El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.”
I Juan 4:16 y 8

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“Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor . . .”
II Juan 1:6

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