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01/10/2012
by Gary Wilkerson
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Cuando yo era niño, mi padre me enseñó una de las mejores lecciones de fe que he aprendido. «Hijo, la parte más difícil de la fe es, siempre, la última media hora. Cuando sientes deseos de rendirte, cuando piensas que estas fuera del camino, cuando no oyes nada de parte de Dios… solo espera; pues la última media hora es la parte más difícil de la fe”.
¿Alguna vez ha conducido en un largo viaje? Pasan cientos de kilómetros y el viaje va muy bien. Finalmente aparece un cartel que dice que su destino está a sólo 30 kilómetros por la carretera. Los últimos 30 kilómetros pueden parecer casi tan largos como las 500 millas que acaba de recorrer. La última media hora de un viaje es a veces la más difícil porque está casi allí y tiene que aguantar un poco más.
«Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa» (Hebreos 10:36, NVI).
Sé que algunos de ustedes sienten desmayar pero quiero animarlos a aguantar un poco más. Usted siente que su sueño nunca se hará realidad pero Dios le está diciendo: «Aguanta, hijo. Espera, iglesia. Espera unos minutos más. Espera un par de semanas más ¡porque tu victoria está a la vuelta de la esquina!»
No puedo decirle cuántas personas he conocido que tenían una palabra de Dios, pero como la respuesta tardó en llegar ellas abandonaron la esperanza y ahora están viviendo una vida de mediocridad. Si hubieran esperado apenas un poco más, todas las cosas que Dios había dicho se habrían hecho realidad. Pero ellos se han retraído de la fe; retirado su valor y han dejado su visión y propósito. Ellos están viviendo una vida de silenciosa desesperación porque ya no confían en Dios ni creen en El para lograr grandes cosas. Se están moviendo en su propia fuerza sin el poder de Dios.
No pierda la esperanza. ¡Dios está guardando lo mejor para el final!
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