esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Transcribimos completo el devocional del pastor David Wilkerson [May 19, 1931; April 27, 2011] que nos llegó hoy:  18  de junio del 2012:

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Abram fue llamado por Dios a dejar su casa, su tierra, su padre, su madre, su ducación, su herencia – dejar todo e ir a una tierra a la que Dios le guiaría (Génesis 12).


¡Qué fe! Se requiere una  fe asombrosa para dejar todo atrás y responder de inmediato y de todo corazón a la palabra que uno está oyendo en su corazón -ya sea una voz audible o una voz interior-.


Así que Abram partió, y tomó consigo a su joven sobrino llamado Lot.


«Así que Abram le dijo a Lot: «No debe haber pleitos entre nosotros, ni entre nuestros pastores, porque somos parientes.  Allí tienes toda la tierra a tu disposición. Por favor, aléjate de mí. Si te vas a la izquierda, yo me iré a la derecha, y si te vas a la derecha, yo me iré a la izquierda.»» (Génesis 13:8-9, NVI).


Abram empleaba de lo que yo llamo una fe pasiva. No me refiero a pasivo en el sentido de, «No me importa» o «que sea lo que sea… lo que sea, será.» Este tipo de fe pasiva dice que no va a tomar acciones por su propia cuenta. Usted no va a tratar de hacer que las cosas suceden por voluntad de hombre, sino que va a permitir a Dios organizar los eventos en su vida de tal manera que Su Voluntad sea cumplida.


Hay momentos en la vida donde necesitamos tener ese tipo de fe pasiva, cuando no hay nada más que podamos hacer, sino decir: «Dios, hágase tu voluntad, no la mía.»


La fe pasiva mira situaciones que parecen imposibles y dice: «Dios, yo no sé cómo esto va a ser resuelto. No sé cómo estas dificultades y problemas que estoy enfrentando van a ser solucionados, pero he puesto mi confianza en Ti».


Abram tenía la confianza de que Dios tenía una perspectiva más amplia de lo que mejor le convenía, tenía la confianza de que Dios sabía lo que era mejor para él, mejor que él mismo.


Abram no sólo descansó en el Señor, sino que confió en que Dios iba a tomar la decisión correcta para él.
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