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Colaboración de
Juan José Fernández Granados
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Lo que nosotros pensamos y lo que nosotros creemos, no puede cambiar ni alterar la verdad, no importa lo que tú creas que es la verdad o lo que yo crea que es la verdad, la verdad NO es afectada por lo que nosotros creemos, la verdad NO cambia, la verdad permanece para siempre. Muchas personas afirman que buscan la verdad, otras más atrevidas afirman que tienen la verdad, pero, en muchas ocasiones, dicha verdad, contradice la verdad que otras personas también afirman tener, si la verdad es una, es lógico decir que NO podemos tener todos la verdad afirmando cosas diferentes.
Quiero ser lo más sincero y lo más transparente que pueda, yo creo que en algunas doctrinas yo tengo la verdad, pero soy consciente que otras personas afirman que tienen la verdad y no creen lo mismo que yo. ¿Qué ocurre en esta situación? . . .
Hay creyentes que afirman que la salvación se puede perder, otros creyentes opinan que no se puede perder, pero tanto los unos como los otros afirman que su creencia es la verdadera y la bíblica. Hay creyentes que afirman que Yeshua es Yahveh, otros afirman que solamente fue un hombre, tanto los que piensan que es Yahveh como los que dicen que no lo es, afirman tener la verdad.
Lo curioso es que todos oramos y todos creemos que el Espíritu Santo nos guía, incluso los “mormones” afirman que es el Espíritu Santo quien les ha hablado para ser mormones, de hecho, prácticamente todas las sectas afirman tener la verdad y ser guiadas por el Espíritu de Dios.
Seamos sinceros: ¿Está el Espíritu Santo detrás de nuestras afirmaciones y creencias? ¿Somos realmente guiados por el Espíritu Santo? . . . Yeshua nos dijo que el Espíritu Santo nos guía a la verdad, si diferentes grupos de creyentes creen cosas diferentes y en ocasiones contradictorias, solamente nos queda una conclusión: alguien NO está oyendo la voz del Espíritu Santo. ¿Quién es el culpable de todo esto? . . . La respuesta es nosotros mismos. Preguntémonos: ¿Estamos buscando la Verdad en las Escrituras (ya que es la única fuente de la Verdad) o estamos buscando apoyo “bíblico” a nuestra verdad? . . . Quiero enfatizar que los culpables de tantas denominaciones y de tantas creencias contradictorias somos nosotros mismos.
Un día un amigo mío me dijo: “No importa lo que se dice, lo que importa es quién lo dice”, me quedé reflexionando sobre su afirmación y me di cuenta que es totalmente cierto, esto sucede en los temas seculares y en los temas espirituales. Si el líder de turno lo ha dicho, entonces será verdad, puede que haya dicho una barbaridad, pero es el líder, es el ungido, es el escogido, por tanto, si el líder lo ha dicho deber ser verdad. No dudo de las buenas intenciones de los “lideres”, pero dudo mucho de que todo lo que digan sea la verdad, en primer lugar, porque son hombres y en segundo lugar, porque todos podemos equivocarnos. Si debemos juzgar las profecías de los que profetizan, cuánto más debemos juzgar las enseñanzas de los que enseñan. Muchas de las falsas doctrinas han surgido de líderes que buscando nuevas revelaciones y experiencias espirituales han acabado diciendo y haciendo autenticas barbaridades.
El segundo enemigo de la verdad es precisamente lo que nos han enseñado, claro que nos dijeron que era la verdad y que era bíblico, pero si comenzamos a escudriñar las Escrituras, descubriremos que muchas cosas que nosotros habíamos creído que eran bíblicas no tienen su base en las Escrituras. Muchas veces nos pasamos horas leyendo libros cristianos pensando que estamos estudiando las Escrituras, cuando en realidad estamos estudiando las interpretaciones y los comentarios del autor de dichos libros. Deberíamos pasar más tiempo leyendo la Biblia que los artículos, estudios y libros que nos hablan de ella.
El tercer enemigo de la verdad es lo que nosotros creemos, lógicamente si lo que nosotros creemos es la verdad entonces no sería nuestro enemigo, pero, como podrás imaginar, no me estoy refiriendo a estos casos, estoy hablando de las creencias que hemos aprendido a lo largo de los años acerca de Dios, de la salvación, de la fe, del Espíritu Santo, del cristianismo, etc etc El que cree en la predestinación enfatiza y estudia los versículos relacionados con la predestinación, los que creen que la salvación no se pierde, enfatizan y estudian los versículos que puedan apoyar de alguna forma dicha creencia. ¿Nos aferraremos a los versículos aislados para apoyar nuestras creencias ignorando los versículos que enseñan lo contrario? ¿Es así como debemos estudiar la Palabra? ¿Creemos algo y después buscamos el apoyo bíblico ignorando los versículos que NO nos interesan? Por supuesto que no, deberíamos acercarnos a la Palabra con las puertas abiertas como dice un buen amigo mío, debemos recordar el segundo enemigo, muchas cosas que hemos aprendido NO son bíblicas, por tanto, muchas creencias que tenemos son erróneas, si estudiamos la Biblia pensando que lo que creemos es verdad, de una forma muy sutil, acabaremos viendo agua donde solamente hay arena. Lo que creemos afecta lo que pensamos, lo que hacemos, lo que oímos y lo que vemos. Los que NO creen en la Deidad de Yeshua encuentran versículos que apoyan su posición, los que creen que Yeshua es Yahveh encuentran versículos que apoyan su posición, los que creen en la predestinación encuentran versículos que apoyan su posición, los que no creen en ella también encuentran una base bíblica para no creer, como podemos ver, las creencias afectan lo que encontramos y lo que vemos en las Escrituras. No importa lo que uno crea siempre podrá encontrar alguna referencia bíblica que aparentemente apoye dicha creencia, siempre podremos encontrar versículos que aparentemente apoyen nuestras doctrinas, por eso tantas sectas afirman tener la verdad y estar basadas en las Escrituras y, en realidad, lo que pasa es que han encontrado versículos que aparentemente apoyan sus doctrinas. ¡Qué el Señor nos libre de caer en todo esto! ¡Qué nuestros corazones solamente encuentren la paz en la verdad de las Escrituras!
Los tres enemigos que he citado pueden ser vencidos:
Con un corazón humilde
Un corazón humilde reconoce que no sabe todas las cosas y que puede estar equivocado.
Con un corazón sediento y hambriento de la Palabra de Dios
Debemos escudriñar las Escrituras por nosotros mismos y de una forma objetiva, debemos dejar que las Escrituras interpreten las Escrituras. Debemos evitar quitar y/o añadir a lo que dice la propia Escritura.
Con un corazón de niño
Un corazón que quiere aprender, un corazón inocente (como los niños), un corazón sin dobleces, un corazón que no pone pegas a las Escrituras, que no pone excusas, un corazón que acepta todo lo que su Padre dice en Su Palabra.
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