En su libro “El Refugio Secreto”, Corrie Ten Boom nos cuenta que cuando ella y su hermana estaban recluidas en un campo de concentración, su hermana enfermó gravemente, pero sumida en su dolencia le confesó que Dios le había revelado que saldrían juntas de allí. Sin embargo, unos días antes de que las tropas aliadas llegaran hasta la mazmorra nazi, la hermana de Corrie murió y solo salió ella hacia la libertad cuando los portones se abrieron. Pero hoy están juntas de otra cautividad mayor que aquella, la de este mundo en que somos peregrinos y extranjeros, y lo estarán por toda la eternidad. Seguramente Corrie y su hermana son el tipo de la «gran muchedumbre» que vio el apóstol Juan irrumpiendo en el recinto del trono de Dios/Elohim, en la presencia del Cordero inmolado, de la cual es dicho:
estos son los que han salido
de la gran tribulación,
y han lavado sus ropas,
y las han emblanquecido
en la sangre del Cordero
Y esa «gran muchedumbre de toda nación y tribu y pueblos y lenguas» es el rebaño eterno del Gran Pastor que heredará la nueva tierra preparada para que Él y su pueblo santo vivan juntos: Sión en gloria. Allí estarán los héroes de la fe mencionados por su nombre en Hebreos 11, pero junto a ellos aquellos no tan notables que se registran al final de esa refulgente galería, aquellos «de los cuales el mundo no era digno», y que «no aceptaron rescate a fin de obtener mejor resurrección».
En Corrie y su hermana se ejemplifican los dos principales modos de llegar a la meta del bendito mundo venidero/atid lavoh. A saber:
1) el testimonio de una vida integra bajo el escrutinio
de Dios,
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2) el martirio.
Ambos son formas de emigrar al destino que nos espera como galardón de nuestra fe (Nota 1).
Pero para algunos -pocos- va a haber otra forma de emigrar al bendito Reino milenial: cuando la persecución a los santos de los días finales, estando ya las naciones bajo el reino impío de la bestia, esté llegando a su clímax y la ira del gran «día de YaHWéH» esté por ser derramada sobre las un mundo enloquecido de impiedad, el Altísimo proveerá un gran escape final para los “escogidos y fieles” que todavía estén vivos. Su paciencia y misericordia –que son muchas- habrán llegado a su fin y aquellos días impíos serán bruscamente cortados dando por terminada la experiencia de autogobierno de los hombres. Como en el caso del mundo prediluviano, y de Sodoma y Gomorra, y aún como fue con «el heteo, el gergeseo, el amorreo, el cananeo, el ferezeo, el heveo y al jebuseo» cuyo pecado había llegado hasta las narices de YaHVéH y entregó a manos de Josue y el pueblo de ISRAEL.
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Y antes de terminar con este mundo, lo que quede de Su pueblo santo -los redimidos- será evacuado para que no sufra la horrible Ira destructora que no es para ellos. A esta evacuación forzada “por el aire” de los «escogidos y fieles» que hubieran quedado se refiere Mateo 24:31:
y enviará sus ángeles
con gran voz de trompeta,
y juntarán a sus escogidos,
de los cuatro vientos,
desde un extremo del cielo
hasta el otro
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¿Y hacia donde irán estos escogidos y fieles convocados de un modo tan maravilloso desde toda la redondez de una tierra que muy pronto se tambaleará como un borracho?: en Isaías 60:8 -observando desde Jerusalem- el profeta exclama:
¿quiénes son éstos
que vuelan como nubes,
y como palomas a sus ventanas?
ese «vuelo» final será hacia nuestra tierra prometida en el athid lavo, aquella que YaHVéH prometió solemnemente a Abraham y su descendencia, que habrá sido restaurada, ampliada, estará resplandeciente de una belleza inimaginable e indescriptible, y cubierta por el dosel de la Gloria del Altísimo, símbolo del matrimonio restaurado para siempre entre YaHVéH y Su pueblo santo nacido de la siembra de Su Palabra en toda la tierra: el ISRAEL DE DIOS/JEZREEL. Todas estas cosas constituyen la restauración del «Tabernáculo de David» o el «Reino de los Cielos» de los evangelios, en donde se cumplirá la promesa de 2 Pedro 3:13:
según sus promesas,
cielos nuevos y tierra nueva,
en los cuales mora la justicia».
¡Aleluya!.
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Nota 1
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+ En Apocalipsis 20: 4-8 se lee así:
vi tronos, y en ellos estaban sentados
los que habían recibido autoridad para juzgar
a quienes les cortaron la cabeza
por haber sido fieles al testimonio
de Jesús y al mensaje de Dios.
y que reinaron con Cristo mil años…
pues pertenecen al pueblo santo
Aquí se establecen las dos categorías que comentamos en el estudio:
1) “los que recibieron autoridad para juzgar, que se refiere a aquellos que vivieron una vida de servicio a Cristo y su evangelio, que fueron siervos dedicados y fieles que alumbraron a muchos y luego murieron –»durmieron»- en Cristo. A estos en el Reino se les dará autoridad para juzgar (un don específico)
2) los que fueron martirizados «por haber sido fieles al testimonio de Jesús y al mensaje de Dios» (el pasaje también menciona a los que se negaron a recibir «en la frente y en la mano» la marca de la bestia, cuyo destino es asimismo el martirio. De alguna manera siempre que amamos mas a este mundo que al Reino venidero -al cual pertenecemos- estamos recibiendo la marca de la bestia)
Y ambas categorías -siervos dedicados al evangelio y el testimonio de Jesús, y mártires por las mismas causas- “volverán a vivir y a reinar con Cristo por mil años”. Y se agrega: “pues pertenecen al pueblo santo”. Esto es, pertenecen al remanente de Israel, o el ISRAEL DE DIOS, a JEZREEL. A los redimidos de todos los tiempos, a los que son descendencia de Abraham, salvos por la fe y héroes de la fe.
Ver también:
«El Éxodo Mayor de ISRAEL que se aproxima»
«La trampa era para el Faraón»