esperamos con mucho anhelo que él regrese… Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él
Filipenses 3, 20-21

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Viene de:

“El tiempo de los cazadores

Los tres preanuncios de la bestia” y

«La persecución permitida»

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Los cristianos ya están siendo “cazados” en varias regiones del planeta: en Irak, en Siria, en Iran, en África, en Indonesia, en la India, en la China comunista, en Corea del Norte, en Vietnam, en Camboya, en Ubequistan… y la lista podría seguir. Alguien dijo que hoy tres de cada cuatro cristianos están bajo algún tipo de persecución en el mundo. A veces, en occidente, olvidamos a la iglesia perseguida y a los misioneros que se juegan su vida –la de este mundo- por la predicación del evangelio.


Pero además de esta persecución cruel, física y literal, está también la otra persecución: la indolora que no afecta al cuerpo, sino al alma y el espíritu. La que en los países de la “cristiandad” llevan a cabo los militantes de la agenda arcoiris que quieren igualar el «matrimonio homosexual» y el que Dios manda -entre un hombre y una mujer-. O los que promueven las demandas de genero radicales. O el aborto libre. O la manipulación de embriones sin reparos éticos. O un laicismo ateo intolerante. Todas estas cosas se caracterizan por ofender la moral judeocristiana a la que buscan sustituir por una moral relativista. Es decir, hoy lo «políticamente correcto» es condenar la moral bíblica y estigmatizar de muchas maneras a quienes defienden lo que hasta no hace mucho tiempo era norma y fundamento común de nuestra civilización.

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Y luego de todos estos dos tipos de persecuciones, la cruenta y la incruenta, vendrá la final: la de la bestia que tiene el consentimiento de los «diez reyes».

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Pero habrá provisión en el hombre interior de Dios/Elohim -YaHWéH- en los días de horror de la “angustia de Jacob” que se avecinan. Dice YaHWéH en Zacarías 10:8-9:


«yo los llamare con un silbido”


Y este “silbido” es con certeza el «silbo apacible y delicado» que escuchó Elías después del viento impetuoso, el terremoto y el fuego, cuando estaba lejos de su tierra:


«Y tras el fuego un silbo
apacible y delicado.

Y cuando lo oyó Elías,
cubrió su rostro con su manto,
y salió, y se puso
a la puerta de la cueva.
Y he aquí vino a él
una voz, diciendo:
¿Qué haces aquí, Elías?»
(1 Reyes 19: 11-13)


Y fue entonces que Elías volvió sobre sus pasos e inició el retorno a su tierra. De la misma forma el “silbido” que nos relata Zacarías 10:8-9 será la señal de retorno para el remanente, esto es, la Novia del Cordero –o las iglesias de Cristo sin cizaña- dispuesta para las bodas celestiales luego de las cuales retornará como Esposa eterna y fiel a la Sión glorificada del mundo venidero/athid lavo en donde habrá “nuevos cielos y nueva tierra”. Y allí morará con su Esposo.


Y este pasaje nos enseña que los huracanes, los terremotos y el fuego devorador que fueron profetizados hasta la saciedad por la realidad virtual de estos últimos años, y que pronto envolverán al mundo, son para los hijos de la ira. Pero para los redimidos, esto es, para aquellos que «siguen al Cordero adonde quiera que va» (Apocalipsis 14:4) en tiempos peligrosos, será el silbo apacible y delicado. Tal vez es el que escucharon los que murieron destrozados por las fieras en el Coliseo romano por lo cual caminaron hacia ellas en medio de cánticos y alabanzas sabiendo que les esperaba el Reino prometido.

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Ver también: «El llamado del Rey/Pastor»

«Sopla el Gran Shofar»

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